Divertidísimo film que los chicos disfrutarán a pleno. La historia está tan bien construida que cumple con creces con su fin de mantener a los niños interesados en el relato y enganchados con lo que sucede en pantalla, sobre todo...
Manual de ecología para pequeños Desde hace algunos años, la ONG dedicada al cuidado del medio ambiente más importante del mundo, viene trabajando para que el ártico sea declarado patrimonio común de la humanidad, con el claro objetivo de evitar que sea diezmado por empresas inescrupulosas que sólo lo ven como una posibilidad para extraer petróleo y otras actividades comerciales. Con este antecedente y sabiendo que muchos niños, ya nativos en ecología, se podrían acercar a las salas a ver una película animada con una impronta “verde” es que los productores de Norm y los invencibles (Norm of the North, 2016) armaron su propuesta, un remix de otras películas ya vistas y que termina funcionando como un acercamiento posible, para los más pequeños, a una problemática que exige una pronta solución. Norm y los invencibles tiene como protagonista a Norm, un oso polar, que se siente fuera de su hábitat al no querer ser parte de la cadena alimenticia a la que pertenece, e intenta explorar su costado más creativo y musical. Por eso, en el arranque, lo vemos corriendo desesperado tras una pequeña foca, y luego de apresarla nos plantea su posición al evitar alimentarse con ella, descartando así su instinto. Al igual que el patito feo, Norm es un soñador empedernido, sabe que no tiene nada que ver con aquellos mandatos que le imponen sus pares, y, cuando descubre un siniestro plan por medio del cual el ártico se convertirá rápidamente en el lugar de un nuevo desarrollo inmobiliario, comprenderá que tiene la oportunidad para reivindicarse frente a los suyos y para dar a conocer su verdadero yo. El realizador Trevor Wall, que tiene en su haber la versión animada de Sabrina la bruja adolescente (2013/2014), trabaja la narración de manera simple, con una animación básica y con la idea de ser vista por un espectador pequeño, en su primera infancia, capaz de absorber rápidamente conceptos que faciliten la dinámica del film inspirado en la ecología pero también en la cultura popular. Los números musicales, la animación tradicional, y la incorporación de algunos temas como la lealtad, la amistad y el trabajo en equipo, no hacen otra cosa que potenciar la idea inicial y desde allí reforzar el mensaje que se quiere transmitir. El correcto guión de Daniel Altiere, Steven Altiere y Malcolm T. Goldman omite sumar algunos puntos que quizás hubiesen permitido una empatía más rápida con el personaje principal y sus “ayudantes”, pero cuando reelabora la clásica trama en la que los antagonistas se enfrentan, todo fluye y suma cuando la CEO de la empresa inmobiliaria aparece en la pantalla, con un parecido innegable a Christine Lagarde (a modo de guiño para los adultos). Norm y los invencibles construye su relato desde algunos cimientos relacionados con la ecología para luego avanzar en las relaciones entre los protagonistas, el mundo del consumo, la familia como refugio, y, principalmente, el creer en los sueños como posibilidad de crecimiento personal.
Animación del montón. Cuántas veces no hemos escuchado decir a esos padres primerizos que la película que han visto más veces en su vida ha sido cualquier dvd infantil que han puesto a su hijo en un loop que parece no tener final. Pues si nos acercamos a Norm y los invencibles vamos a tener exactamente la misma sensación, la de ya haber visto esa misma película un millón de veces.
Norm y los invencibles es una producción de dibujos animados que el pasado mes de enero fue masacrada sin piedad por la prensa norteamericana. La verdad que el tratamiento que recibió el film fue completamente exagerado y como propuesta infantil no es tan terrible por tratarse de una producción independiente realizada en la India. La historia del oso polar difícilmente será recordada dentro del género, pero tampoco está al nivel de mediocridad extrema que presentaron en su momento Doogal (2006), Delgo (2008) o Las aventuras del Conejo Americano, ese infame film de 1986 que probablemente concibió la reencarnación de Torquemada. Si sobreviste al Conejo Americano podés soportar cualquier castigo cinematográfico. Norm es una película que fue creada exclusivamente para el dvd y a último momento los productores decidieron estrenarla en los cines. La animación parece haber sido realizada a fines de los años ´90 y el mensaje ecológico es bastante trillado, no obstante para el segmento infantil de niños de cuatro años es una opción que puede funcionar. Los adultos la van a padecer un poco más en la butaca pero apenas dura una hora y media y la tortura no se extiende demasiado.
Salven el Ártico. Norm es un oso polar con algunas cualidades diferentes al resto, no sabe cazar focas pero sabe hablar como los humanos.Cuando una empresa de bienes raíces a manos de un malvado magnate quiere instalar casas en el Ártico, Norm se va a Nueva York para detenerlo, y tratar que la gente comprenda que esa zona debe protegerse y no es lugar para turistas.Con este mensaje ecológico en defensa de los animalitos, el protagonista de esta historia pasará por varias aventuras hasta demostrar su valentía y cumplir con su objetivo.Pero por si la ecología y el altruismo no son suficientes para entretener al publico pequeño, Norm también canta, baila, y tiene unos amiguitos adorables: los lemmings, que lo acompañan haciendo morisquetas y cosas graciosas.Sin nada demasiado destacable, la película es un entretenimiento infantil clásico, con héroe, villano, escenas graciosas, escenas tristes, y un mensaje positivo; con una buena estructura, una animación correcta y una linda estética clásica y atractiva para los ojos infantiles. Tan entretenida y bonita como fácilmente olvidable, "Norm y los Invencibles" es una linda película de animación para chicos, como tantas otras.
Comenzar desde pequeño a enterarse de asuntos de salud o ecología es importante. Norm of the North parece concentrarse en eso más que en cualquier otra cosa. Frente a un mundo que se globaliza cada vez más es difícil detener el cambio climático. La foto del oso polar desnutrido tomada por Kerstin Langenberger en agosto del año pasado llega hoy como un fantasma de las navidades futuras a avisar que queda poco tiempo de abundancia sin control. Para garantizar que la próxima generación va a tener más conciencia sobre dichos problemas, éstos se presentan lo más pronto posible: Norm of the North cumple hoy con esta función. Solamente dos osos polares de la comunidad de Norm, en el Ártico, pueden comunicarse con los humanos: él y su abuelo. Cuando encuentra una casa experimental plantada en el medio del hielo y se entera de que el avaro Mr. Greene quiere poblar su hogar, decide viajar a Nueva York y utilizar su habilidad para evitar este potencial desastre. Norm of the North fue dirigida por Trevor Wall, experimentado en series animadas para niños en televisión, y escrita por los hermanos Altiere y Malcolm T. Goldman. La producción es norteamericana e irlandesa y cuenta con actores como Rob Schneider, Heather Graham y Ken Jeong para las voces. La principal intención de esta película es concientizar a los más chicos sobre los problemas ecológicos que la sobrepoblación humana causa, sobre todo en el Ártico. Es lastimoso ver que esta tan buena idea esté envuelta en una historia para nada recordable, e incluso mediocre. En una época en la que se dice que ya todas las historias posibles están escritas, Norm of the North opta por la salida más fácil: el camino del héroe. Adoptar un esquema de este tipo sin agregar nada original (salvo un oso polar twerkeando) es condenar al público adulto a dormirse en la sala. El humor escatológico sumado a los chistes viejos y slapstick forzado (humor físico) son hasta cansadores, y si bien es probable que un niño no vea esto como algo negativo, cualquiera que haya visto un poco de animación notará estos inconvenientes. La intención de agregar un personaje parecido a los Minions (aquí los Lemmings) también deja ver la falta de ideas en el guión. La animación, por otro lado, será muy buena para un programa de televisión, pero en el cine los estándares son más altos. Parecen cinemáticas de un videojuego de hace 20 años. El trabajo de doblaje es agradable, aunque la traducción cambia el significado de algunas cosas, jugándole en contra a la propia película.
Esquemática y aburrida El 27 de febrero se celebró, como es habitual desde hace unos años, el Día del Oso polar, destinado a crear conciencia sobre el peligro de extinción de este animal que vive en territorios gélidos como los del Ártico. En esa línea, esta película intenta esbozar un mensaje ecologista, pero lo hace con tan poca convicción que queda completamente diluido en una trama esquemática y aburrida. Algunos de los gags son decididamente de mal gusto y el trabajo de animación, muy básico, recuerda a los de algunos videojuegos de los años 90. En Rotten Tomatoes, que agrupa opiniones de críticos y usuarios de los Estados Unidos, la calificación del film es muy pobre. No es para menos: un pecado grave, pero cada vez más frecuente, del cine infantil es subestimar a su público.
Ecología congelada El mensaje ecológico se pierde entre gags de gusto dudoso o nula gracia. Y la animación es básica. Cuando un filme animado la pega, bien pronto salen a copiarlo. Cuando más de un filme se vuelve exitoso, hay que tener valor para abreviar en ellos sin ponerse colorados. Norm y los invencibles es La Era de hielo más Madagascar, El Rey León y Minions. Bueno, no es, sino que toma elementos y la melange sale insípida, como desabrida y con gusto a poco y nada. Un mensaje alentador o que denuncia la destrucción del medio ambiente puede caer en saco roto o definitivamente pasar desapercibido. En buena parte depende del packaging, el envoltorio, y en una pleícula animada cuyos destinatarios principales son los niños, es material inflamable. Eso sucede con Norm y los invencibles, con un oso polar que tiene la extraña habilidad de hablar con los humanos -a esta altura de la animación parecía o más natural, pero no-, que cuando descubre que una corporación piensa colonizar el Artico, decide embarcarse hacia Nueva York para, allí, evitarlo. Hasta ahí, todo bien. Los problemas comienzan a surgir, y sumarse, con algunas historias que corren paralelas. Vera es la mujer que ayuda aMr. Greene, el constructor de casas, y advierte que quizás esté trabajando para el lado incorrecto. Pero sigue porque Olivia, su hija, quiere ingresar a un colegio, y quien puede darle una recmendación es... Mr. Greene. Si eso no es muy constructivo, esperen a ver a los tres lemmings amigos de Norm orinando en un acuario. Pero si hay un problema con Norm y los invencibles es que es aburrida, los gags son más viejos que el hiejo y ni Norm ni los invencibles son graciosos, sino que se diría que inocentes o tontos. De gran corazón, seguro.
Como ya es costumbre en las últimas películas de animación, no hay mejor manera de bajar línea política y/o ecológica para la platea infantil de la casa que con animales parlantes. Norm of the North no se diferencia de la tendencia, pero en un escalafón más bajo que sus compañeras de terna. Con un nivel de animación digital convincente y pasable, teniendo en cuenta que no proviene de un gran estudio, Norm... elige como tema principal el terrible calentamiento global en la forma del hábitat polar del protagonista del título, que ve amenazado su hogar cuando un megalómano villano lo elige como el próximo destino para construir un conjunto de viviendas y un shopping en pleno glaciar. Hasta acá todo bien, sigue los lineamientos generales de los films de turno, pero cuando Norm elige viajar a Nueva York para representar a su comunidad y todos lo confunden con un actor disfrazado de oso, el poco hilo narrativo verídico se va al garete. Para cuando ese momento llega, no tiene mucho sentido analizarla en profundidad. Quizás sea el efecto de Inside Out y el producto de que Pixar nos haya mimado con su nivel de calidad en pantalla y detrás de ella, quizás no. Pero estamos frente a un intento bastante burdo, y por demás mediocre, de aleccionar a las nuevas generaciones mediante chistes rústicos, personajes secundarios que se asemejan sospechosamente a los pingüinos de Madagascar y a los masivos Minions. Hay momentos de inserción videoclipera con temas de moda y otros clichés del género tan pero tan obvios que resultan lastimeros de ver en pantalla. Con una duración de hora y media, el castigo de Norm of the North es bastante leve para sobrellevar y que los infantes no se aburran. Lo que es imperdonable es la falta de ideas y la flaqueza mental con la que todo el proyecto fue construido.
El rey del Ártico Norm y los invencibles es una animación con un claro mensaje ecológico y una buena dosis de inocencia. Los osos polares son los íconos del Ártico. Norm es un oso polar que intenta ser ese animal salvaje del Polo Norte, ese cazador feroz que no deja presa viva en su camino. Pero no, Norm es especial, es bueno, considerado, y un pésimo cazador. Y encima tiene la facultad de hablar como los humanos. Tampoco sabe impresionar a los turistas que llegan a sacar fotos, aunque sí sabe bailar y dar espectáculos musicales. Con la llegada de los humanos llegan los problemas. Un magnate malvado e inescrupuloso llamado Greene arriba al lugar con las intenciones de fabricar unas casas especiales para venderlas y poblar el Ártico. Para eso debe recurrir al marketing. La empresa de Greene, ubicada en Nueva York, necesita un actor que se disfrace de oso para grabar una publicidad. “Usar el Ártico para vender el Ártico”, es el lema de Greene. Ahí es cuando Norm se da cuenta de que la única manera de salvar su hogar es viajando a la gran ciudad con sus amigos inseparables, los lemmings (los personajes más graciosos del filme), y detener el plan de Greene. “Usar el Ártico para salvar el Ártico”, es el lema de Norm. La historia se desarrolla con ritmo, con chistes simpáticos y otros no tanto, y siempre manteniendo un mínimo de tensión. Sí, hay algunos tropezones con algunos gags que no son efectivos (el del director que quiere hacer una obra maestra, por ejemplo) y referencias a otras películas que no aportan nada. Norm y los invencibles es una animación con un claro mensaje ecológico, un intento de llamamiento a la toma de conciencia de los espectadores para que cuiden más el medio ambiente, ya que el derretimiento de las masas de hielo del Polo Norte es cada vez más preocupante. La ambición y la codicia del ser humano son capaces de cualquier cosa por dinero, hasta de destruir el planeta. En la película también está presente, lateralmente, el tema de la manipulación mediática, capaz de crear mensajes falsos con tal de coincidir con los intereses económicos de las grandes corporaciones. Quizás los mayores no la pasen tan bien como los más pequeños, ya que la animación no deja de ser un rejunte de otros títulos mejor logrados (como La era de hielo, entre muchos otros) y de pecar, por momentos, de muy inocente.
Crecimiento incompleto No deja de ser llamativo cómo una historia de crecimiento como la que es Norm y los invencibles no termine de completar ese proceso, como si le faltaran elementos a lo largo de todo el relato que contribuyan a mostrar la forma en que evoluciona su protagonista de la mano del viaje que emprende y las personas que conoce. A Norm y los invencibles se le notan demasiado los avatares de su producción: tuvo un desarrollo problemático, con varias demoras y reescrituras, además de que inicialmente se había planeado lanzarla directamente al mercado del DVD. Porque lo cierto es que el trabajo con la animación no es particularmente atractivo u original –incluso es bastante esquemático, especialmente en los diseños de fondo-, y la historia presenta huecos y cabos sueltos que revelan un guión manipulado excesivas veces, como si nunca hubiera podido encontrar el conflicto apropiado. Eso se percibe particularmente en cómo se va desarrollando la trama central, focalizada en Norm, un oso polar al que le cuesta asumir su rol como futuro rey y al que nadie termina de tomar en serio. Cuando aparece un malvado empresario inmobiliario que quiere construir casas en el Ártico, Norm viajará a Nueva York, donde termina convirtiéndose en la mascota de una corporación, a la que intentará destruir desde adentro para proteger su hogar. Todo esto, que suena muy rebuscado, efectivamente lo es: la narración avanza a los tropezones, sin transiciones apropiadas, dando la impresión de que en el montaje se hubieran perdido pasajes donde los personajes estaban más desarrollados o que el único objetivo del film era llevar cómo sea a su protagonista para que haga sus numeritos en la Gran Manzana. De ahí que Norm y los invencibles sea un film insulso, repleto de personajes esquemáticos –la niña buena que ayuda al protagonista, la madre a la que le cuesta balancear el trabajo con lo familiar, el villano que es malo porque sí- que nunca salen de lo superficial, con una figura central con la que nunca se conecta –todo el dilema que atraviesa a Norm respecto a sus responsabilidades y sus vínculos con su padre y su abuelo están excesivamente forzados, expresándose sólo a través de las palabras- y un relato que incurre en ingenuidades difíciles de asimilar incluso para un film destinado al público infantil –lo de los inversores re piolas y re buenos roza lo increíble-. Lo único realmente destacable es el desempeño de esas criaturas llamadas lemmings que acompañan a Norm a todos lados, ayudándolo en sus aventuras y que son una bella combinación de los minions y los pingüinos de Madagascar: cuando ellos cobran centralidad, el film adquiere velocidad, vigor y gracia. El problema es que, claro, ellos no son los protagonistas. Norm y los invencibles (pobre traducción para el original Norm of the North) es una historia de viaje y crecimiento, pero a pesar de todos los diálogos que funcionan como bajadas de línea -sobre la ecología, los legados paternales, las responsabilidades, los afectos y un largo etcétera-, el camino que se pretende trazar a través de la narración nunca termina de tomar forma. Film sin un rumbo claro, no consigue darle identidad y entidad al pobre Norm, que recorre miles de kilómetros, del Ártico a Nueva York, ida y vuelta, y aún así está lejos de cautivarnos.
Como ya lo hemos dicho varias veces, el mundo comercial en el género de la animación está dominado comercialmente por Disney, Pixar (Tambien de Disney), Blue Sky, y Dreamworks, en ese orden podríamos decir, aunque con los Minions, Universal puede tranquilamente pelear ese cuarto puesto. Al tener esta supremacía también se erigen, por carácter transitivo, en dominadores de la estética hacia la cual los chicos se sienten atraídos de manera tal que es bastante difícil competir en el mercado si no se respeta esa tendencia. Una realidad lamentable pues se supone que justamente el mundo de la animación hace expansiva la imaginación, o al menos debería poder hacerlo, sin miedos para jugar formas, colores, texturas y dimensiones. Así entran entonces los estudios menores que quieren “parecerse” a los de vanguardia. Un escenario así solamente puede discutirse con una herramienta fundamental: el guión. Si una historia no tiene la profundidad de las del estudio de “Toy story” (1995), es inútil forzarla a que lo sea porque se nota. Se ve la hilacha y de alguna manera pierde espontaneidad. “Norm y los invencibles” se inscribe en esta última idea, pero una decisión (tomada desde el principio) la lleva airosa hasta el final: dejar claro que el mensaje será ecológico y aferrarse a ello con uñas y dientes. En suma, se trata de Norm, un oso polar que toma como misión personal evitar que un inescrupuloso millonario del negocio de bienes raíces tome posesión de los terrenos nórdicos para explotarlos con la construcción de exclusivas casas modernas. Norm sale de su hábitat a la gran ciudad justamente para impedir que esto ocurra. La “cáscara” del cuento será una suerte de aventura, por momentos emparentada con Misión Imposible, y un costado cómico que tendrá a Norm casi involuntariamente metido a hacer un casting para convertirse en el “actor” o la cara visible del proyecto, es decir, inflitrarse para desenmascarar la corrupción. El personaje estará acompañado por tres (¿topos?) con la impronta de los pingüinos de “Madagascar”(2005), cruzados con los Minions de “Mi villano favorito” (2010), o sea torpes, pero determinados a cumplir su cometido. También habrá algún aliado más por la causa, pero esto ya viene de yapa. “Norm y los invencibles” sabrá conquistar su público a fuerza de cierta desfachatez, muchos gags, algunos bien elaborados, otros más físicos, pero en definitiva compaginados de manera vertiginosa y efectiva. Aquí no se inventa la pólvora y la película goza de esa autoconciencia como para no desentonar con la idea de la cual hablábamos al principio. En especial por ese mensaje de proteger el hogar y el planeta. Nada de ir a criticar el sistema económico que permite que esto sea posible ¿eh?. Ante todo la corrección política si en definitiva éste estreno no pretende otra cosa que entretener. Por eso. Hasta ahí llega nomás.
Películas de animación independientes, tema que ya hemos desarrollado en nuestro seguimiento del cine familiar en este espacio, "Norm from the North" trabaja en la misma dirección que los últimos productos "alternativos" que la industria trae para renovar la escena. Lejos de los maravillosos productos de las mainstreams históricas y más cerca de una propuesta modesta, a todo nivel, "Norm y los invencibles" intenta hacerse fuerte desde la proclama ecológica y ambientalista tan en boga en estos días. Porque convengamos, está bueno que nuestros chicos reciban influencia positiva a través del cine sobre la protección del ambiente, pero la cuestión es preguntarse cuál es el contexto donde eso se produce. Y aquí, hay que decir que "Norm..." ofrece un pobre guión, con pocos personajes interesantes, que sólo de a ratos logran entretener al público con algún gag físico. Los diálogos son alarmantemente básicos y cuando pienso en una audiencia potencial digo... ¿no hubiese sido preferible reveer el conflicto principal en pos de una trama distinta? ¿Por qué pensar que los chicos se divierten con tan poco? ¿Es factible una sobre simplificación tan esquemática de un conflicto potencialmente serio? Tenemos un oso polar bailarín, que para defender su territorio, viaja a la gran Ciudad (¿Donde más que Nueva York?) con la tarea de detener una posible migración de humanos que desbalancee su ambiente natural. La idea es sabotear un negocio de venta de tierras y desalentar que el polo se destruya por esa razón. Y para eso, Norm, el protagonista, sólo tiene su escaso ingenio y un trío de amigos léminos, (junto a un pájaro que tiene algunos problemitas de incontinencia) que lo acompañarán en la noble tarea. El aspecto técnico tampoco ayuda. impresiona ver las formas angulares, texturas sin demasiado trabajo y colores en exceso brillantes. Nada pulcro ni con el estándar básico esperable. ¿Los chicos se ríen? Sí, en alguna escena, pero porque celebran el estar en sala, no porque algo de lo que ven los movilice. Y para el adulto estar ahí no es sencillo. Discreta y sólo para tener en cuenta si ya vieron "Zootopia" varias veces y quieren llevar los peques a ver algo nuevo.
Norm y los Invencibles intenta hacerse un lugar en la peleada grilla del cine de animación, con un mensaje ecológico para los más pequeños ¿Lo logrará? Yo vivía en el ártico muy contento… Norm es el hijo del líder del Ártico. Pese a ser un oso polar, es mejor bailando que cazando, pero tiene un don que sólo su abuelo poseía: hablar el idioma de los humanos. Cuando estos intentan empezar a poblar su congelado hogar, Norm deberá usar su don y carisma para intentar evitar que la gente eche a perder su hábitat. Solo para los más chicos Algo que salta a la vista tanto en el trailer como con la sinopsis de Norm y los Invencibles, es que estamos ante esas pelis de animación que apuntan directamente a los más pequeños de la casa, y únicamente a ellos. Si son padres, olvídense que también se van a reír como pasaba con Shrek (cuando era gracioso) o en la reciente ganadora del Oscar, Intensa-Mente. Esto se hace patente casi a cada momento cuando el humor empleado en el film es a base de caídas, reacciones exageradas o las constantes escenas de baile y canciones que pueblan la trama de Norm y los Invencibles ¿Esto es algo malo? No, para nada, de hecho la película se toma la molestia de dejarles un lindo mensaje a los nenes (que no destruyan el ambiente natural de los animales), algo que films similares y para un mismo público, no siempre intentan hacer. Pero así como tiene un gran acierto en el mensaje, hay varias cosas fallidas en Norm y los Invencibles. Una de ellas es la insistencia de establecer sus propios minions, pero esta vez con unos lémures que a cada rato van a hacer poses de artes marciales o sobreviven a casi cualquier cosa; y la sobreexplotación de estos le resta bastante a la película. Cuesta también ponerse en exigente ante esta clase de films, porque uno como adulto (lo tengo que admitir) se aburre y el film se termina haciendo un poco tedioso. Pero también hay que saber entender que no es a uno a quien estaba apuntada la película, y sí a chicos de máximo diez años; por lo que no nos podemos poner demasiado puntillosos y buscarle doble o triple lectura al guion. Conclusión Norm y los Invencibles es una simpática peli animada y listo. A los más chiquitos (reitero que tienen que ser menores de diez años) les va a sacar unas cuantas risas y se van a encariñar con el oso Norm y sus Minions, digo, lémures. Pero el resto del público sólo tiene que disfrutar de los pochoclos y la gaseosa, mientras espera que el film se termine rápido.
Una simpática historia con un trasfondo ecológico nada desdeñable, defender el hábitat natural como motor principal es un acierto.