Una historia mínima con unas resonancias que alcanzan a las más ancestrales y profundas tradiciones de los wichís. Una chica de 16 años de ese origen trabaja como criada en la casa de una familia de clase media en el Chaco salteño. Ese ámbito es un verdadero caos, sobre todo ante la inminencia de un cumpleaños de 15. Un hecho en apariencia insignificante (la protagonista es despojada de su larga cabellera, símbolo de belleza y de otros valores positivos para su cultura) cambia de manera profunda las relaciones y los estados de ánimo, llevando a la chica a una cada vez más severa tristeza y nostalgia por su vida comunitaria y familiar.
El conflicto puede sonar algo naïf, pero la salteña Seggiaro -más allá de algunos subrayados y de ciertos desniveles actorales- jamás fuerza las cosas, no cae en maniqueismos para dividir ese universo entre buenos y malos (los "patrones" parecen tratar a la protagonista de manera amable y cordial, aunque debajo subyace cierta condescendencia y atisbos de desprecio), y maneja el relato con gran rigor, respeto y convicción.