Pinturas de familia en un documental
La idea es buena, y también el tono elegido. La idea tiene que ver con las mujeres de una familia. Mostrarlas como quien esboza una serie de pinturas de un par de veranos. "Vuelvo a la casa de mis tías", dice la autora, como llevándonos a sus recuerdos. Ahí están las mujeres ya grandes, las más jóvenes, y la abuela en la cama. Alguien le hace masajitos, la enfermera intenta darle un sublingual. A veces la vieja está un poco mejor. Más adelante hay algunos festejos sencillos, largos descansos en común, mateadas, planos de plantas, floreros y lunares, esas cosas. Una tía se ve preocupada por soledades presentes y geriátricos. Las chicas se divierten en un arroyo cercano y se tiran a descansar en los yuyos. A veces la autora cuenta algún episodio sobre pantalla en negro. Por último, escenifican un parto natural en la noche.
Todo transcurre en algún lugar de las sierras cordobesas, y el tono es siempre suave, plácido, propio de las siestas, los rincones hogareños y las charlas amables, casi en susurros. Muchas cosas se sobreentienden, y el total dura unos 65 minutos, lo que corresponde con lo poco que pasa y la sencilla discreción del conjunto. Igual puede hacerse largo. Autora, narradora, cámara, sonido directo, Julia Pesce. Asesores de montaje, y quizá también asesores espirituales, el poeta Gustavo Fontán, el cineclubista Juan José Gorasurreta, Ivan Fund.