El peor enemigo
El director, productor y guionista Jordan Peele sigue el éxito de ¡Huye! (Get Out, 2017) con otra historia de terror y ciencia ficción digna de La dimensión desconocida (The Twilight Zone). Nosotros (Us, 2019) es menos distintiva que su ópera prima pero mina el mismo tipo de terror primigenio con experta dirección, cinematografía y la dosis justa de humor negro.
La película cuenta una metáfora social menos obvia y recalcada que la anterior ¡Huye!; consiguientemente, la metáfora es lo suficientemente amorfa como para que el espectador proyecte la crítica que quiera en la pantalla. Al enfrentar una familia de clase media estadounidense con sus gemelos asesinos, los cuales se presentan simplemente como “americanos”, ¿el director está planteando qué? ¿La venganza de una clase social ignorada? ¿La purga de la culpa burguesa? ¿El salario de un secreto escondido demasiado tiempo? ¿La memoria selectiva de los Estados Unidos?
Una niña se pierde en 1986 en un parque de atracciones playero y se pega el susto de su vida en las profundidades de un laberinto de espejos. Es un excelente comienzo: la anonimidad de los padres retratados lejanos y de espaldas deshacen inmediatamente la sensación de seguridad, la perspectiva vagabunda de la niña inquieta por su imprevisibilidad. Se establece una atmósfera sugestiva y perturbadora por su “casi” normalidad, delatada por lentos paneos que ignoran la jovialidad de la feria como arrastrándose hacia algo terrible.
Ya en el presente, la niña se ha convertido en Adelaide (Lupita Nyong`o), casada con Gabe (Winston Duke) y madre de dos hijos. Están yendo a vacacionar a su casa de playa como en cualquier otra comedia, listos para pasar una temporada sin internet y acatar la idea de diversión familiar que tiene el padre. De noche cuatro figuras se paran anónimas y acusatorias en la calzada de la casa, la cual invaden sin ningún esfuerzo. Resultan ser dobles de la familia. ¿Qué son? “Americanos”. ¿Qué quieren? “Tomarnos nuestro tiempo”.
Prosigue un segundo acto decepcionante en el que una familia huye y la otra la persigue. Escena por escena se reinterpretan las viejas rutinas del “slasher” sin gran novedad, como si la película hubiera puesto piloto automático, ajena al ingenio inicial salvo por algunos excelentes gags cómicos y una impecablemente macabra Elisabeth Moss. El tercer acto retoma con inteligencia los planteos del primero y descubre un horror subterráneo digno del mejor H. P. Lovecraft. Explica lo suficiente como para saldar el enigma central de la película pero sin aplacar el horror implícito que queda librado a la imaginación.
Dado el tema compartido entre ambas películas - la fobia a ser reemplazado y la pérdida de la identidad - se vuelve inevitable comparar el debut de Jordan Peele con su secuela espiritual. Dado un divagante segundo acto Nosotros no tiene la consistencia de su predecesora, pero el poder de la pinza que forman el comienzo y el final de la película compensa con creces. A pesar de barajar un corte marcadamente más cómico la tensión no sufre por ello, y el horror detrás de sus ideas es sumamente evocativo.