"Por eso, así dice el Señor: "Les enviaré una calamidad de la cual no podrán escapar. Aunque clamen por mí, no los escucharé". Esta cita bíblica (Jeremías 11-11) es una de una multitud de referencias, guiños y temas que pueblan Nosotros, la segunda película de Jordan Peele. No está mencionada de forma explícita, sino que aparecen los datos del libro y versículo en un cartel que sostiene un hombre y su presagio recorre el film. El director de ¡Huye! deja pistas, a veces más sutiles y otras demasiado obvias, que invitan a descifrar las distintas capas de sentido de esta película de terror y comedia, imbuida de un comentario social imposible de eludir.
Esa construcción hace que el film sea pretencioso, un pecado cinematográfico que puede devenir virtud, como ocurre en este caso. La ferocidad del capitalismo, el terrorismo, los peligros del poder religioso, la oscuridad que es parte de cada persona y puede atacarla en cualquier momento y muchos temas más asoman en Nosotros.
Si el peso de este popurrí de cuestiones sociales, políticas y filosóficas no resulta demasiado es porque Peele se ocupó de insertarlo en una película delirante y perturbadora.
La mejor forma de acercarse a Nosotros es sabiendo lo menos posible sobre la trama, que incluye múltiples giros narrativos. La historia se centra en una familia que está de vacaciones en una casa a orillas de un lago y se enfrenta al ataque de cuatro personas que se parecen demasiado a ellos mismos.
El elenco se adapta a la perfección al peculiar tono que tan bien maneja el director, en el que el momento de mayor terror está salpicado por chistes. Los protagonistas se lucen en sus roles dobles, en especial Lupita Nyong'o, que lleva el mayor peso, pero también Winston Duke ( Pantera negra) y los chicos que interpretan a sus hijos. Elisabeth Moss y Tim Heidecker se divierten en un registro extravagante.
Nosotros es terriblemente entretenida, aun cuando la acumulación de temas y referencias pop provoque cierta ansiedad interpretativa. Uno de los aspectos más dudosos del film es que todas esas ventanas abiertas para la interpretación parecen una enumeración casi superficial de cuestiones que preocupan al director. Como sucede con la cita de Jeremías, cuyo enunciado es lo suficientemente vago como para que pueda responder a muchas interpretaciones.
Pero lo mejor de Nosotros no es esa ambición temática, sino su grandilocuencia estética, sus climas inquietantes y la forma en la que va abandonando el realismo hasta olvidarlo.