Después de la notable Huye!, que proponía al racismo supremacista como fuente del terror, el celebrado Jordan Peele sube la apuesta, y el presupuesto, y vuelve a bucear en aguas del género... político. En Nosotros la clase, el color de la piel pero más que nada los privilegios, esos dados que dicen que unos sí y otros no, subyacen, como túneles bajo la tierra, a las tensiones que estallan en una especie de epidemia de invasores de hogares, de naturaleza incierta. Es cierto que no debería contarse casi nada, tratándose de una película que se apoya, en buena medida, en la expectativa, la intriga por lo que está por pasar y no, no es lo que parece en el trailer. Cara o cruz.
Una familia se va de vacaciones muy cerca del lugar donde la madre -la guapa Lupita Nyong'o- tuvo un episodio traumático en la infancia. Una noche, otra familia muy extraña aparece en la casa, y ella tiene la fuerte sensación de que están relacionados con ese episodio. Pero un juego de espejos, o más bien de inversos, complejiza la situación de intrusión violenta, y sus consecuentes secuencias de acción prosupervivencia. Los nuestros versus los otros, en manos de Peele, es acción e inquietud -más que terror- pero pasado por varias capas de sentido y varias vueltas de un guión ambicioso, que quiere mostrar y demostrar su capacidad de sorpresa, de catarata de ideas, al punto que ese desarrollo se empieza a hacer largo y se hiere, acaso mortalmente.
Peele acumula situaciones incongruentes sobre una base que ya de por sí es difícil de tragar. Los que quieren salir se quedan, los que empujan para viajar bajan del auto, lo que se cocía a fuego lento de pronto vuelve a suceder en un plis plas. Y las resolución viene en cuotas y con un grado de capricho casi enervante. El hombre tiene buenas ideas. Sabe generar tensión, y construir tramas perturbadoras que mantienen la intriga, aún cuando, como acá, se pierdan en subordinadas, como en el discurso de un incontinente. Es capaz de usar el género como red para la referencia, la analogía, el discurso político. Pero la sensación, con Nosotros, es que la película, tan enamorada de sus ideas y de su propia imagen en el espejo, se le va un poco de las manos. Y el interés, es una pena, se resiente por el camino.