Nosotros

Crítica de Martín Pérez - DiarioShow

Sombras, ¿nada más?

¿Existe algo más aterrador que nuestro reflejo? ¿Qué pasaría si nos encontráramos cara a cara con nosotros mismos? Eso nos pregunta “Nosotros”, el estreno de esta semana.

Con la realización de “Huye”, Jordan Peele se puso en el radar no sólo del cine de terror, sino de la industria en general. Su éxito fue inesperado, no por su valor propio, sino por lo devaluado que se encuentra el género, que cuenta con mucha cantidad pero también mala calidad en sus propuestas.

En “Nosotros”, la temática cambia pero el estilo narrativo es similar: un giro inesperado, una explicación, y una metáfora que va más allá. El cineasta es fanático de los símbolos, porque, ya desde sus tiempos como guionista de comedias, entendía que la ficción también podía servir para contarnos algo más.

Una familia va a pasar las vacaciones a la apacible playa de Santa Cruz, en California. Pero desde el momento de su llegada, Adelaide (Lupita Nyong’o en un papel increíble) quiere irse. Cuando era pequeña, sufrió un trauma al ingresar en una casa de espejos de una feria de juegos en la misma playa, y al regresar al lugar, los recuerdos la atormentan.

Lupita Nyong'o, protagonista de "Nosotros".
Cuando cae la noche, en su casa se presenta otra familia, con integrantes idénticos a ellos, que se identifican como sus “sombras”. Cuando Adelaide les pregunta, desesperada, qué desean, su “copia” le responde “queremos disfrutarlo”.

El filme es intenso, y guarda menos suspenso que su antecesor, ya que desde el tráiler conocemos en gran parte la historia que nos contará.

Desde la primera escena, el director deja pistas sobre qué va a contar, y qué cosas va esconder dentro del filme; que asusta y divierte equilibradamente porque sin llegar a ser una comedia de terror, está lleno de gags.

Pero la resolución de la película choca cuando se intenta justificar todo lo que vimos, las intenciones y el pasado de los protagonistas, y mucho más cuando justamente el terror (slasher, en este caso) no debe dar demasiadas explicaciones.

Ahí es donde entra la mano de Peele, con la necesidad de transformar su relato en una herramienta: si en su primera película todo resultaba una alegoría de la discriminación y la esclavitud, en ésta el mensaje es igual de encriptado, pero la respuesta la da la misma competencia entre “originales” y “sombras”.

Algunos disfrutan al mismo tiempo que otros sufren, en un mundo que está exactamente al revés que el del sueño americano.