Nosotros

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

El tema del doble, del expresionismo alemán al presente, ha sido recurrente en el cine. Aunque es cierto que el género del terror prácticamente lo exprimió hasta agotarlo en los ’70 y ’80, Hollywood dejó de utilizarlo, después, claro, de haberlo malgastado.

Nosotros, de Jordan Peele (¡Huye!) lo retoma, como así también la fábula sobre una sustitución, que tiene que ver con borrar la identidad hasta reemplazarla, y a la vez se ocupa de la amenaza cercana, la invasión del hogar de la familia por otra parecida. Casi igual.

Peele maneja la intriga desde el inicio, el prólogo situado en 1986 y los créditos de apertura. Una leyenda indica que hay miles de kilómetros de túneles en los Estados Unidos. Es 1986 y en una feria en la playa de Santa Cruz, California, Addy se separa de sus padres e ingresa a un laberinto de espejos. Allí se produce un corte de luz, y se choca con otra niña afroamericana, con igual peinado, de espaldas. Corte y vemos a un conejo enjaulado.

A partir de allí, la acción salta al presente en el cual Addy (Lupita Nyong’o, de 12 años de esclavitud) ya adulta, viaja en auto con su marido, su hija adolescente y su hijo menor. Se dirigen a una casa en la playa. Sí, cercana a Santa Cruz.

Y tras pasar un rato con otra familia blanca (Tim Heidecker y Elisabeth Moss, de The Handmaid’s Tale) y sus hijas gemelas, una noche se produce un apagón en su casa. Y el pequeño Jason (¡qué nombre para un filme de terror!) avisa que vio “una familia afuera, en la entrada”. Son un padre, la madre, y dos hijos, una adolescente y otro pequeño, que se mueve en cuatro patas. Visten un overol naranja y llevan tijeras.

Peele, al que muchos ya ven como el futuro Kubrick (hay aquí guiños a El resplandor) o Spielberg, aunque más se parezca a un Shyamalan en potencia (por el twist clásico del director de El protegido) y con todo lo que esto implica refiriendo al director de Sexto sentido que terminó dirigiendo Glass, opera con mano firme la intriga, aunque cuando el relato comience a virar hacia lo fantástico/apocalíptico no puede sobrepasar los clisés del género.

Nosotros también tiene una segunda lectura -la de la inequidad, el desprecio por otros semejantes, las faltas de oportunidades-, pero Peele lo subraya demasiado, y ni qué decir del plano con el que cierra la película.

Ante tanto filme slash, Hollywood necesita quien rescate el terror y tal vez se sindique a Peele -que viene de escribir guiones de comedias, y está visto que manipula y opera bien la cuerda cómica- como un director/autor más allá del género. ¡Huye! fue sobrevalorada, Nosotros da un paso más, permítanme esperar una tercera película para encumbrarlo.