Philippe Mars es un buenazo. Tan buen tipo, tan tranquilo, que termina recogiendo la caca del perro ajeno, cuidando al de la hermana y aceptando a los chicos cuando no le toca porque la ex, periodista televisiva, tiene que viajar de apuro. Al hombre le cuesta decir que no. Atemperado, rey del sentido común, contesta con modos gentiles los ataques de sus dos adolescentes y soporta estoico al nuevo compañero de trabajo, rudo y desmañado, hasta que el tipo tiene un brote violento y termina internado. Esta comedia excéntrica, absurda y tremendamente simpática parte de un planteo interesante: la relación con ese colega empieza a partir de su locura. Que es casi lo que le faltaba al bueno de Philippe para que las cosas, por mucha onda que les ponga, sigan saliéndole tan torcidas. Es virtud del guión, y de la dirección del alemán Dominik Moll, en este film francófono, sobrevolar a sus personajes rozando temas y registros de emoción diversa, sin caer en estereotipos ni grotescos, sin sentimentalismos pero con una emoción genuina que crece con el relato. Siempre desde el tono de comedia agridulce, rica en sorpresas y vuelo: literalmente, porque Philippe sueña que es un astronauta flotando sobre la tierra, y si el sueño es deseo como enseñó Freud, imposible no comprenderlo. Por el camino, además, Noticias de la familia Mars regala unos cuantos momentos absolutamente desopilantes.