Notti Magiche nos habla del mundo del cine, una mirada de cerca a la cocina donde se crea ese acto de magia que es la ficción. Habitualmente, cuando se profundiza en ello, se habla del mundo de los estudios, de los enormes hangares donde se levantan los más preciosos decorados; sin embargo suelen interesar más los magos que lo llevan a cabo: guionistas, directores, actores, técnicos. Un universo metalingüístico incuestionablemente atractivo, desde luego, pero que a la hora de contar una historia es solo el puntapié de algo más que una meta concreta.
Un’estate Italiana
El universo es el detalle más apabullante de Notti Magiche. Un universo que cualquiera que se dedique al cine le gustaría conocer.
1990 no es una época elegida al voleo, visto y considerando que estamos hablando de la última vez donde todos los grandes nombres del cine italiano estaban vivos y en el mismo lugar. Como una suerte de recuerdo de una época mejor. Un universo donde los guionistas son reyes, los productores medio ventajeros, los actores prácticamente eran dioses, y los directores -salvo excepciones como Fellini- no eran autores reverenciados. Se trata de un universo tan intoxicante que incluso se vale, por el costado de la música, de una partitura con aire a las que Nino Rota componía para Fellini.
Notti Magiche, de Paolo Virzì, arroja la tesis de que para ser un buen escritor cinematográfico no basta con ser muy cinéfilo, no basta con ser neurótico, ni con haber vivido en carne propia el sufrimiento de la clase obrera. Para ser buen guionista hay que “mirar por la ventana”, ser observador de la naturaleza humana. Saber ser espectador. Saber que por más inteligente que sea el guionista, la mente del espectador, cuando se encuentre ante una pantalla de cine, estará un paso más adelante. Entender que la lógica y el sentido común tienen más lugar en la fantasía de lo que cualquier creador da crédito.
Es precisamente ese «ser espectador» lo que entra en juego, lo que los protagonistas de a poco olvidan en nombre de acceder a imposiciones de índole comercial que harán posible su sueño, pero que no pocas veces comprometen su integridad. Una elección entre mantener el sueño y la integridad unidos o, pragmáticamente, inclinarse por su separación.
Aunque el universo cautiva y el mensaje no es desacertado, el arco de los tres personajes no está desarrollado de manera tal que su derrotero permita apreciar la potencia de dicho mensaje. Esto se debe mayoritariamente a que si bien cada uno tiene sus idiosincrasias prácticamente establecidas, la indecisión narrativa que hay entre comedia de enredos y drama policial impide que tenga un seguimiento claro.
Como si la indecisión y lo disperso de su línea de acción no fueran suficientes, promediando la película esta se empieza a estirar, y empieza a cerrar sus líneas narrativas a los ponchazos.