En la versión cinematográfica de Nuestras Mujeres dirigida y protagonizada por Richard Berry (El Inmortal), dos amigos deben pasar la noche en vela discutiendo qué hacer después que el tercero del grupo les confiesa que acaba de matar a su esposa.
Noche de Cartas
Paul, Max y Simon son tres hombres maduros que lograron mantener una cercana amistad durante más de tres décadas a pesar de ser completamente distintos entre sí. El perfeccionista obsesivo, el optimista tradicional y el desprejuiciado pendiente de su imagen se juntan una noche como tantas otras a jugar a las cartas, pero todo cambia cuando Simón llega tres cuartos de hora tarde a la cita completamente desencajado y les informa que acaba de asesinar a su esposa. Tras el espanto inicial de sus amigos, Simón decide que no puede aceptar la idea de ir a la cárcel y pide a sus amigos que mientan para cubrirlo, apenas minutos antes de desmayarse por una mala combinación de alcohol y pastillas. Comienza así la noche más larga en las vidas de Paul y Max, que en el proceso de decidir si deben denunciar a su mejor amigo o mentirle a la justicia, se dejan llevar por un torrente de reflexiones sobre la amistad y las parejas que derivan inevitablemente en una sucesión de reproches acumulados durante los años. El pedido de Simón es el disparador que los empuja a reflexionar sobre sus conceptos de amistad y lealtad, pero a la vez el hecho de que la víctima sea su esposa los incentiva a analizar sus propias relaciones de pareja para descubrir que ellos tampoco están en la situación que desean porque la comodidad o el temor les impidió actuar para remediarlo.
Teatro en cámara
En la misma escuela que El Nombre o Un Dios Salvaje, Nuestras Mujeres adapta una obra de teatro a la pantalla manteniendo la estructura de monólogos y debates entre pocos personajes que apenas abandonan un único escenario en algunas escenas, situaciones que si no estuvieran no cambiaría casi nada al total de la película sino que parecen insertas sólo para intentar suavizar la sensación de que simplemente pusieron una cámara frente a un escenario. Como suele suceder con estas adaptaciones, todo el peso del éxito termina dependiendo principalmente de cómo los intérpretes llevan adelante un guión muy hablado pero planeado palabra por palabra con precisión para darle fluidez y ritmo. Por contraste la propuesta visual es correcta pero intrascendente, con escenarios y encuadres que sólo cumplen la función de acompañar lo que los intérpretes están diciendo sin agregar casi nada a ese discurso.
Conclusión
Nuestras Mujeres no es novedosa en su planteo pero entretiene a quienes gusten de esta clase de propuestas teatrales que mezclan el drama con la comedia poniendo el foco en los diálogos más que en las acciones o la imagen.