Parir un mamut
“El humor es el acercamiento a lo trágico.”
Mariana Briski
Para que haya humor tiene que haber algo de tragedia (no literal sino como tono) a la que acercarse de manera humorística, un objeto que deconstruir para hacerlo volar en pedazos y transformarlo en algo nuevo.
¿Y cuál es la tragedia en Nuestro Video Prohibido (Sex Tape)? Una pareja (Jay y Annie, Jason Segel y Cameron Diaz) sin conflictos, sin crisis y sin demasiado tiempo para coger decide dedicar una noche entera a tener sexo y a filmarse teniendo sexo. Pero el video es inmediatamente sincronizado con la Nube y con los iPads que Jay alguna vez le regaló a sus amigos (es regalador compulsivo de iPads). La tragedia: una pareja amesetada, sin peligro (Judd Apatow hizo lo mismo pero muchísimo mejor en This is 40 sin necesidad de videos pelotudos).
Mucho de la Nueva Comedia Americana funda su humor en la hipérbole, en el exceso. El problema aparece cuando se da por hecho que las situaciones ridículas bastan por sí solas para crear comicidad, intentando de esta manera compensar con hipérbole lo que la tragedia no aporta. ¿Pero qué es trágico en la comedia? Entre otras cosas, el cuerpo, teniendo en cuenta que la comedia se aprovecha del halo trágico e hiperbólico de los cuerpos llenos de grasa y lo usa a su favor.
Nuestro Video Prohibido plantea situaciones disparatadas pero, dado que no hay demasiado conflicto ni tragedia, el humor se siente forzado, incrustado con fórceps para lograr lo que el guión no logra: one liners acartonados, repetidos sin gracia por actores desganados; situaciones forzadas, ideadas para generar la comicidad que no está en otros lares; temas “atrevidos” como el sexo y el porno.
Algunas de las situaciones más border de Sex Tape funcionan parcialmente como islotes, no como partes integrales y armónicas de un todo: la progresión de los cuadros de Disney en la mansión de Rob Lowe; el desenlace de la situación con el perro; el encuentro con Jack Black en las oficinas de YouPorn. Fuera de eso, fórceps y más fórceps. Estamos pariendo un mamut.
Y, como corolario: la elección de la dupla protagónica (y el dato no menor de sus cuerpos).
Nuestro Video Prohibido plantea situaciones disparatadas pero el humor se siente forzado.
Primero. Mención especial para Cameron Diaz. Y sus patines. Y su tanga roja. Y su remera blanca transparente atada a la cintura. Señores (42 pirulos), ver para creer. Nota al pie: se preguntarán por qué Cameron funciona en Malas Enseñanzas (Bad Teacher); justamente, ahí el cuerpo servía como contraste con el desastre de persona, algo que aquí jamás sucede (o como Charlize Theron en Young Adult). El problema es cuando no hay contraste.
Segundo. Jason Segel y su anorexia. Como ya dijimos, la comicidad es siempre física, ya sea que provenga de los movimientos, la gesticulación, la presencia o el tamaño del cuerpo. Sí, el tamaño importa, SIEMPRE. Muchos actores de la ya mencionada NCA han sabido convertir su voluptuosidad en su activo más preciado: Zach Galifianakis, Melissa McCarthy, Jonah Hill, Rebel Wilson, Seth Rogen y nuestro ex gordito Jason Segel.
JS adelgazó tanto que la comicidad se le licuó junto con la grasa. Tiene la cara chupada e insulsa y gesticula de manera torpe. No sabe qué hacer con su nuevo rostro delgado, no sabe cómo moverlo ni cómo hacer muecas. Menos que menos con su cuerpo, ahora escuálido, desgarbado. JS siempre fue un exhibicionista, y supo mostrar con orgullo el pito fláccido, el culo y las cachas. Y en Nuestro Video Prohibido también, pero ahí ya no hay nada para ver. JS tenía ese culo entre fofo y medio metido para adentro, con las piernas juntas arriba y muy separadas abajo, producto de ese caminar típico del que tiene pie plano, coronado todo con una adorable faja de grasa a la altura de la cadera, masa amorfa que continuaba hacia arriba hasta desembocar en un torso encorvado, con una panza mediana y unas tetillas fláccidas. Eso era Jason Segel. Ahora es escuálido y hasta tiene marcados los abdominales superiores. Craso error. No más gras(ci)a. La comicidad amputada y ahorcada con un cinturón gástrico.
Gordura mutilada, comicidad cercenada, situaciones forzadas, un video porno decoroso, una familia feliz que termina aún más feliz (y que encima pretende darnos lecciones morales) y poca tragedia.
¿Conclusión? Acaso los cuerpos imperfectos y las parejas imperfectas sean garantía de tragedia y humor en el cine y en la vida. O quizá sean un modo en el que el humor sobrevive. La solemnidad, la meseta y el aburrimiento (también en el cine y en la vida) vienen cuando ya no queda nada para modificar, cambiar o hacer juntos, cuando ya no queda más grasa para pellizcar ni tetillas de las que colgarse ni panzas abultadas sobre las que dormirse a la noche.