Mitos y verdades sobre el sexo en las redes virtuales
Una comedia sobre los riesgos de utilizar los nuevos soportes tecnológicos para reavivar la pasión de a dos.
Desde el instante mismo en que se vieron por primera vez, Jay y Annie se desearon con locura. La pasión que sentían uno por el otro parecía destinada a la inmortalidad. Pero la convivencia, los hijos y las obligaciones cotidianas obligan a postergar encuentros.
Por eso, al cabo de 10 años de matrimonio y a fuerza de tanta abstinencia, el deseo no merma, pero sí el ejercicio, y en la primera oportunidad que se presenta, se dan cuenta de que sus cuerpos perdieron el hábito de amarse.
Después de probar todos los juegos a su alcance, un video porno casero con la camarita de alta definición del iPad se presenta como la solución. Claro que, teniendo hijos pequeños y trabajos que preservar, lo conveniente es borrarlo de inmediato.
Con su sexualidad renovada todo parece andar sobre rieles hasta que un mensaje anónimo le indica a Jay que, no solo olvidó borrar las pruebas de las travesuras matrimoniales, sino que fueron a parar a manos de sus suegros, sus mejores amigos, el jefe de Annie y el cartero, junto con un iPad de regalo.
Nada que ver
"Recibo miles de videos como el de ustedes al día, ¿piensan que alguien se interesará en verlos?" De este y otros modos se despabilan algunos mitos sobre la exposición sexual, con la misma honestidad con que observan las apariencias engañosas y los riesgos de jugar con tecnologías que los niños manejan mejor que sus mayores.
En su doble rol de actor y guionista, Jason Segel trata con cuidado los temas derivados de un relato que contiene lenguaje adulto, pero que nunca abandona el buen humor ni la complicidad.
Con escenas de desnudo incluidas --el primero que realiza Cameron Díaz en pantalla--, el vínculo de Segel y Díaz fluye, secundados por la pericia de Jason Corddry, Rob Lowe, Jack Black y Nancy Lenehan, además de los chicos Harrison Holzer y Sebastian Hedges Thomas, un acierto, éste, de Jake Kasdan como director de actores, responsable de integrar frecuencias.
Nuestro video prohibido es una película descontracturada y divertida, definitivamente dirigida a un público adulto que pueda comprender, sentirse reflejado en uno o varios de los aspectos y estar dispuesto a reírse de sí mismo, si es posible, en pareja.