Según Aristóteles la comedia tuvo su origen en los cantos fálicos. Una de las etimologías que se le atribuye a la palabra comedia es komodia, canto del komos. Los komos eran procesiones donde los griegos llevaban falos, se disfrazaban de animales y entonaban canciones de tipo burlesco. Esta celebración era en honor a Dionisio, el dios del vino y la fiesta, y aquí se permitía la libertad del lenguaje (parresía), la audacia, la improvisación y la crítica en tono orgiástico. Se mantenía el acento jocoso, burlesco e incluso hasta insultante. De todos estos elementos mencionados, fundacionales de la comedia, carece Nuestro Video Prohibido.
Jay (Jason Segel) y Annie (Cameron Diaz) conforman un matrimonio, de diez años y con dos hijos, que quiere revivir la época de sexo estimulante que gozaban cuando novios. La rutina y los mandatos laborales los asfixia, y de la etapa en la que fornicaban como conejos solo queda el recuerdo. Tras varios intentos fallidos para recuperar el timing, uno de ellos parece alcanzar el resultado deseado: filmarse teniendo sexo y en varias posiciones. El conflicto se pone en relieve cuando, por un descuido, el video toma estado “semi” público; entonces la dupla hará lo imposible para detener la viralización de este “kamasutra casero”.
El problema principal de la película es estructural. En un principio de la narración se plantea a la pareja tratando de reconquistar ese vínculo tan armónico que los unía, que los hizo enamorarse, pero esto no se ahonda y se agota al instante en que el video prohibido toma protagonismo. A partir de entonces la historia se torna endeble y todo pretende funcionar en un raid de gags físicos, muy poco eficaces, y diálogos forzados e insustanciales.
Lo más irónico del filme es que logra ser abrumadoramente conservador cuando en el mismo circulan temas como el sexo, la pornografía y las drogas. Sexo tapado con posiciones extrañas y desapasionadas, y un chiste con cocaína que lo único que aspira es a “alocar” a una mamá aburguesada. Un poco más de desenfreno y lisergia creativa no le habría venido nada mal a Nuestro Video Prohibido.
Por María Paula Ríos
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