El director Ulises de la Orden , en éste su cuarto filme documenta, vuelve sobre los temas que lo han llevado a dar voz a aquellos que no la poseen, toda una idea plasmada a través del audiovisual.
En este caso hace foco sobre algo del orden de lo cotidiano, en el que todos están involucrados, pero sólo algunos aparecen como “damnificados” a partir de la ausencia de mirada, tanto de la sociedad como del estado, sobre aquellos que terminan “viviendo” de la basura de los otros.
Es así que presta cámara y micrófono para mostrar lo que la mayoría no sabe, pues tampoco quiere ver.
El estilo no se modifica, de corte tradicional, el filme va recorriendo la mayor parte de los espacios por los que circula la basura. y de cómo los habitantes de la villa cercana al CEAMSE pudieron dar cuenta de una posibilidad.
Los habitantes de ese lugar conformaron una cooperativa de trabajo, “La bella flor” , y son ellos los que trabajan en la selección de la basura para su reciclaje.
El director va montando el filme según se van desarrollando las etapas, casi como que cada una es un tema que se pueda analizar de manera independiente, aprovechando esta elección de diseño, tanto de montaje como el estilo reportaje a sus verdaderos protagonistas, y es por eso que puede adentrarse en otras variables que circulan de manera paralela, la basura y el reciclaje, que en principio no deja de ser un negocio.
En segundo lugar es una posibilidad que sus trabajadores la toman como lugar de identificación y pertenencia con un espacio. y entre ellos conformando como lo llaman una gran familia.
De ella han salido profesionales, sociólogos y docentes, que si bien son arrestos individuales son apoyados por el resto, ellos son los que se encargan de educar o reeducar según quien sea que se acerque.
Lo que todavía no pudieron lograr es que haya una política social desde el Estado que los ampare, y este es la principal línea de dialogo que establece el realizador, casi como denuncia.
El problema que enfrentarán siempre estas producciones es el poder resultar atractiva a la mayoría de los espectadores.
Si bien es cierto que cada vez son más los que eligen pagar una entrada de cine para ver un documental en el cine, pero todavía son pocos.
¿Falta educación audiovisual?