Hay géneros extremadamente difíciles de encarar por encontrarse usualmente tan atrapados en lo que construyeron sus pares: las comedias románticas, el cine de terror o los thrillers policiales como este. Todavía peor, este último ya está completamente asociado con la TV gracias a éxitos omnipresentes como «CSI» o «La Ley y el Orden». Afortunadamente, eso es todavía más dulce cuando aparece una película que logra acomodarse con las expectativas y los vicios que resultan ya inevitables en su género.
En «Nueva York Sin Salida» («21 Bridges») tenemos a un detective siendo investigado por asuntos internos por ser un tanto ‘gatillo fácil’, al mismo tiempo que se da una ¿desafortunada? balacera en un robo entre vendedores de droga que sale mal y deja a casi diez oficiales muertos. El resultado va a ser un desesperado y sumamente ficcional intento por capturar a los criminales al cerrar por completo la isla de Manhattan para evitar su fuga. Una tan brillante como hilarante premisa que de todas maneras se lleva adelante con total seriedad y sirve para plantear muy interesantes encrucijadas: los criminales que seguimos casi como otros protagonistas se encuentran atrapados en una isla en donde cada polícia los busca con sed de sangrienta venganza por sus pares caídos.
La trama va a tener sus giros, bastante tensión y un par de escenas para satisfacer a aquellos que esperan algo de acción. Pero en el entretenimiento superficial del film no van a encontrarse demasiadas sorpresas. Más bien va a poder apreciarse una producción impecable que realiza de forma casi ideal un guion con la voluntad no sólo de hacerle honor a sus inspiraciones sino también explorar dinámicas de clases y las estructuras tanto de la justicia como lo militar. La cinta puede entenderse un poco mejor cuando se la piensa como un tributo a esas aventuras cuasi episódicas de detectives demasiado endurecidos por una vida de crimen, o incluso como una suerte de «Dirty Harry» que en lugar de ser resultado del anarquismo cínico y sangriento de los 70s es su equivalente socialmente empático y con sed de retribución de los tiempos que corren. Mantiene exitosamente el equilibrio entre darle voz a quienes luchan por hacer cumplir la ley y estar completamente del lado de la sociedad que está cansada del exceso de poder, males endémicos de las estructuras de poder (como Black Lives Matter en EEUU) o la violencia policial en general que nos es tan familiar en nuestro país, o sudamérica en general.
El proyecto se encarga de hacer comparaciones incómodas de forma casual pero no menos punzante. Por ejemplo haciendo que sus criminales de turno no sean ex-convictos como sería usual en cualquier otro exponente del género, sino que sean jóvenes veteranos de guerra que quedaron con las mismas limitaciones y cargas sociales con las que Hollywood suele cargar a los criminales salidos de la cárcel. Pero está lejos de sentirse como sentimentalismo o lecciones de programación infantil de sábado a la mañana: es una cinta en la que todos constantemente se persiguen para disparar primero y preguntar después.
Chadwick Boseman tiene su primer protagónico luego de que «Black Panther» lo haya expuesto a la mirada del mundo entero, y logra ejecutar de buena manera un rol para el que fue muy bien casteado. Esa es una constante en todo el elenco. Son en estos proyectos independientes que ya son tan raros en Hollywood donde más impacto tiene el elegir un elenco tan efectivo sin tener que atarse a grandes nombres para llenar las salas. Aunque tampoco es que le falten, con Siena Miller, J.K. Simmons y Taylor Kitsch complementando al cascarrabias de Boseman.
Pero más allá de que sea un proyecto que satisface y alienta la lectura más allá de lo superficial, lo importante es que también está envuelto en un paquete audiovisual excepcional. Con una destacable dirección por parte de Brian Kirk, experimentado director de TV haciendo su debut en la gran pantalla, que consigue fortalecerse gracias a un muy bien logrado guion y a una banda sonora que potencia todo momento. Mientras uno no espere demasiada acción y sepa sacarle jugo a una historia que tiene mucho más que ofrecer a pesar de no tener demasiadas sorpresas narrativas, «Nueva York Sin Salida» es un pequeño proyecto original e independiente que vale bastante la pena apoyar en este mar de capas y adaptaciones.