Quien conozca el cine de Michel Franco sabe que es un cineasta mexicano que jamás intenta atravesar temas sencillos.
Su cine, es un cine narrado desde las entrañas: en “Después de Lucía” (2012) habla implacablemente de las consecuencias del bullying en el entorno de un colegio secundario, en “Chronic” (2015) aborda el tema de la eutanasia o en “Las hijas de Abril” (2017) narra el tema del embarazo adolescente dentro de una familia reinada por el poder maternal teñido de perversidad, películas por la que ha sido tres veces premiado en el Festival de Cannes, en diferentes secciones.
Desde las primeras escenas de su nuevo trabajo titulado “NUEVO ORDEN”, shockea al espectador con una puesta en escena rigurosa y comprometida desde su estética, pero abiertamente dura y sin absolutamente ninguna concesión. Un reguero de cadáveres, cuerpos desnudos, pintadas verdes, invasión dentro de un hospital, graffitis y otros fragmentos que en principio, se presentan como caóticos, pero que luego irán tomando cuerpo a medida que avance el relato que tiene su centro en la fiesta de casamiento de una joven de clase alta, Marian, el que se verá interrumpido por la presencia de Rolando.
Rolando tiene a su mujer gravemente enferma y su situación es desesperante. Por lo tanto, apelará a la familia para la que han trabajado durante muchos años para solicitarles un préstamo que permita concretar la operación de su esposa. Con la intención de “sacárselo de encima” y en medio de la suntuosa fiesta de bodas, juntarán algún dinero –lo que sobra en sus bolsillos y lo que es claramente insuficiente para cumplir con el objetivo- que los dejará con la conciencia tranquila de haber ayudado, cuando no han entregado más que una cifra muy escasa.
Cuando Marian se entera de esta situación, junto con otro empleado de la familia, decide salir en busca de Rolando y ayudarlo verdaderamente. Cuando se suba al auto y comience a atravesar la ciudad, se encontrará con un territorio completamente devastado y algunas piezas comienzan a cerrar.
Dentro de la casa, Franco plantea las distintas tensiones dentro de la familia y por fuera de ese microclima, aparece una ciudad absolutamente diezmada que nos brinda una sensación apocalíptica: un “nuevo orden” se ha instaurado y ha llegado el turno de que las clases más desposeídas encuentren su revancha después de tanta opresión y sometimiento. La clase más vulnerable se ha amotinado y presa del hartazgo busca un cambio que les permita terminar con el padecimiento y tomar cartas en el asunto para que el supuesto orden social que los victimiza, comience a subvertirse.
Lo que está sucediendo a lo largo y a lo ancho de toda la ciudad, rápidamente invade la mansión y en plena fiesta, los manifestantes arrasan con todo lo que encuentran a su paso dejando una estela de muerte, destrucción y violencia y aparecen los rostros llenos de miedo, dolor y humillación que demuestra que, por primera vez en mucho tiempo, los roles finalmente han sido modificados –valga ver la reacción del personal de servicio en pleno saqueo de la mansión y las pintadas que dejan impresas en las paredes como “Putos Ricos” para comenzar a comprender más profundamente el tono de la propuesta-.
La crueldad de la cámara de Franco es extrema, en el sentido de que no apela a un tono de fábula contemporánea complaciente. “NUEVO ORDEN” está narrada en forma visceral, directa, dura, sin hacer uso de ningún falso metalenguaje. Quizás sea el único y exacto tono en que una historia de estas características deba ser contada.
Si bien la última ganadora del Oscar, “Parasite” de Bon Joon-ho impactó por el tema de la desigualdad social, la lucha de clases, la guerra de pobres contra pobres y la decadencia de la burguesía, en este caso, la mirada de Franco es absolutamente impiadosa y sobre todo en su segunda parte, no escatima crueldad para mostrar cómo se maneja, se desarrolla y se desborda todo, dentro de este nuevo orden.
Desde la pantalla, permanentemente nos interpela, como si necesitase de un espectador que activamente tome partido y se ponga del lado de alguno de los personajes (como ya pasaba, salvando las distancias –enormes- con “Les Misérables” de Lady Ly o la vernácula “4×4” de Mariano Cohn) y el guion, escrito por el propio director, jamás brinda ningún tipo de referencia condescendiente sino que, por el contrario, va complejizando cada vez más la situación de forma tal de dejar flotando en el aire la pregunta de si el fin justifica los medios, abriendo nuevamente otra de las tantas grietas.
Michel Franco con este nuevo trabajo distinguido con el Premio del Jurado en Venecia construye una puesta en escena plagada de detalles, rigurosa y precisa. Una cámara que se mueve perfectamente bien tanto en lo personal como en lo coral, en lo privado y en lo social, en una prolija mansión o en una ciudad desolada y que sigue al guion con pulso firme, el que toma, sobre todo en el tercer acto, un potente giro narrativo.
“NUEVO ORDEN” tiene un humor plagado de cinismo e ironía, es provocadora, comprometida, radical, de esas películas en que es imposible quedar ajeno y que se inscriben, indudablemente dentro de las mejores propuestas de este año.
POR QUE SI:
» La mirada de Franco es absolutamente impiadosa «