En la cerca de la condición humana
Algunas veces, el cine encuentra sustento poderoso en una novela y logra las imágenes para comunicar más allá de las palabras.
Nunca me abandones , la película de Mark Romanek ( Retratos de una obsesión ), basada en la novela de Kazuo Ishiguro, equilibra el drama, una historia de amor, las variables de un experimento, y una reflexión constante sobre la condición humana.
Dos niñas y un niño crecen en una institución en la década de 1950, aislados del mundo y con un discreto desarrollo afectivo. Si es que eso es posible. Kathy (Carey Mulligan), Tommy (Andrew Garfield) y Ruth (Keira Knightley) viven en Hailsham, un internado inglés. A simple vista podría tratarse de la escuela de Harry Potter. Pero no, la magia no se lleva bien con la ciencia ficción.
El espectador escucha el relato por boca de Kathy adulta e inicia la aventura del descubrimiento de la identidad de esos chicos. Identidad y destino van unidos.
El director Mark Romanek compone una pesadilla hiperrealista. Colabora en la ilusión de normalidad, el diseño de la película que reproduce detalles de época y la fotografía, asociados a espacios reconocibles aunque extraños, en los que se mueven los tres amigos y unos pocos personajes más. La anécdota también es clásica y sencilla, parte de un cuadro bucólico, de Paraíso, maquillaje de un par de ideas siniestras.
“No somos máquinas”, grita Tommy que explota a veces. Escenas como la de las cajas con regalos-sorpresa, el bote en la playa, o la paz de los hospitales, así como la asepsia social transmiten sensaciones desoladoras. El trío actoral reparte su capacidad para entrar en sintonía con el tema de la película.
Carey Mulligan supera a sus compañeros de elenco. La actriz de Una educación es la conciencia narrativa, la que siempre amó, el espíritu sensible; Keira Knightley, popularmente conocida como la doncella de Piratas del Caribe , compone el personaje que se mueve con cierta malicia, tan humana como Kathy; en tanto Andrew Garfieldy ( La Red Social ) logra un Tommy corto de genio e ingenio, como un mártir sin alternativa.
“No pienso en el futuro, pienso en el pasado” dice Kathy, pero, ¿de dónde vienen esos seres? Ishiguro entra de lleno en el tema existencial. Hay mucho más detrás de la historia de amor. “Quizás ninguno de nosotros comprenda lo que ha vivido, o sienta que ha tenido suficiente tiempo”, concluye Kathy, que se asume parte de la Humanidad, aunque no pueda escapar al destino predeterminado.