No hay tiempo suficiente para amar
El realizador Mark Romanek, quien pusiera en un difícil papel a Robin Williams en Retrato de una Obsesión, y luego de trabajar con Brian De Palma, David Siegel y de dirigir video clips de David Bowie, Coldplay, Janet Jackson y Michael Jackson, entre otos, vuelve con una historia que intenta llegar al corazón del espectador.
La cinta cuenta. a través de tres estadíos. cómo tres pequeños pasan su infancia en un internado británico, aparentemente perfecto, pero sabiendo que son seres clonados y que un día deberán donar sus cuerpos para ser utilizados por humanos receptores en futuras intervenciones de trasplantes de órganos.
La cinta cuenta con muy buenas interpretaciones tanto de parte Andrew Garfield (Red Social y futuro Spiderman), como de Keira Knightley (Orgullo y Prejuicio y Piratas del Caribe) al igual que la siempre correcta Carey Mulligan (Wall Street 2: El dinero nunca duerme y próximamente se la vera en Prueba de amor), quien fue nominada como mejor actriz en la última entrega de los Oscar por este papel y segunda consecutiva ya que en 2010 lo estuvo por Enseñanza de Vida. Entre otros, la película cuenta con un reparto compuesto por Charlotte Rampling y Sally Hawkins. Nunca me Abandones
El relato cuenta con una buena banda sonora, un destacado maquillaje que los rejuvenece diez años y con una joven actriz que representa a Carey en su niñez de una manera casi calcada.
Con una combinación de historia de amor y carga filosófica, la trama deja en claro que los jóvenes en el mejor momento de sus vidas deben entregarse en beneficio de quienes fueron creados.
Este Programa Nacional de Donación no les deja opción y colaboran con la causa.
El argumento, basado en la novela homónima del británico de origen japonés Kazuo Ishiguro (Premio Man Booker con Lo que queda del día), no es fácil de digerir, deja un sabor amargo e impulsa al espectador a preguntarse: ¿Matarías a otro ser semejante para salvar tu vida?. O, como dice una de las protagonistas mientras acaricia el rostro de Kathy (Carey Mulligan ), sabiendo que lejos de escapar o sublevarse (como en La Isla) esperan pacientes el llamado de la muerte.
El film es una hermosa y triste melodía como la que se repite en un viejo cassette durante la película (Never Let Me Go de Rachel Portman) que invade y seduce pero a la vez acongoja.