Al director Mark Romanek le llevó ocho años concretar un nuevo proyecto desde que
estrenó Retrato de una obsesión con Robin Williams.
Fue uno de los realizadores que pasaron por la última producción de El hombre lobo,
pero se bajó del proyecto por problemas con los productores.
Al final regresó al cine con una buena y extraña historia de ciencia ficción basada en la
novela “Never let me go” de Kazuo Ishiguro, autor también de “Lo que queda del día”,
que fue llevada al cine en 1993 con Anthony Hopkins y Emma Thompson.
Nunca me abandones es un interesante relato que se centra en un triángulo amoroso
muy particular.
Los personajes principales son especímenes científicos creados en un laboratorio, que
fueron criados desde niños con el único propósito de ofrecer sus órganos a pacientes que
se encuentran gravemente enfermos.
En la realidad alternativa que presenta el film la humanidad solucionó el problema de
los donantes de órganos creando clones que viven específicamente para contribuir con
las pacientes que corren peligro.
Por lo general, luego de la tercera donación las personas clonadas mueren.
Lo interesante de este trabajo de Romanek es que más allá de las cuestiones científicas
y bizarras que plantea la trama, como la macabra escuela donde se educan los niños,
donde luego se les explica el verdadero motivo por el que nacieron, la película explora
distintas temáticas filosóficas durante su desarrollo relacionadas con al vida, el alma del
ser humano y el amor.
El film sobresale por las tremendas actuaciones de Andrew Garfield (Red social), Keira
Knightley y muy especialmente Carey Mulligan (Orgullo y Prejuicio, Wall Street 2),
quienes representan con sus personajes un aspecto distinto de la humanidad.
La ausencia absoluta de rebelión por parte los protagonistas frente al destino que
enfrentan es bastante irascible por momentos y afecta la credibilidad de lo que ya es un
extraño conflicto, pero esto de alguna manera creo que sirvió para retratar con mayor
crueldad y terror las consecuencias de la manipulación genética.
Por supuesto la película cuenta con la espectacular fotografía que caracteriza el arte de
Romanek, algo con lo que se hizo famoso años atrás en el campo de los videos clips,
antes de incursionar en el cine.
No sé si es una historia popular que atraiga a todo el mundo, su fracaso comercial en
las salas de varios países, demostró que no todos los públicos se enganchan con esto,
pero es un buen drama que no manipula al espectador ni cae en golpes bajos y narra la
historia de manera genuina.
Un buen regreso al cine del director Romanek .