Oh, melancolía
Mark Romanek ha vuelto a la gran pantalla, luego de más de 8 años de ausencia desde cuando fue estrenada Retratos de una Obsesión en el 2002.
Nunca me Abandones está basada en el bestseller de Kazuo Ishiguro que centra su historia en un trío de jóvenes que crecen juntos en un misterioso internado donde son educados y ¿preparados? para cumplir con un terrible destino. Detrás del camuflaje que posee una trama fantástica de ciencia ficción encontraremos un triángulo amoroso que se desarrollará entre Tommy, Kathy y Ruth. Aunque Kathy es la más cercana a Tommy y de hecho es la persona que más lo comprende, Tommy se decide por la agresiva y dominante Ruth para entablar una relación que durará por muchos años, postergando la felicidad de la adorable Kathy.
A pesar de contar con un relato con una potente y lacrimógena historia, Romanek se regodea demasiado en varias oportunidades del film en la superficialidad de planos fotográficos hermosos, en vez de inmiscuirnos más íntimamente en el drama amoroso que viven los protagonistas. En donde si hay un gran acierto por parte del director es en el tono melancólico que le dio a la trama, debido a que este atributo disimula las falencias superficiales con la que adaptó la famosa novela. Otro gran acierto de Romanek es el evitar el golpe bajo en todo momento, algo que en este tipo de historias siempre representa una piedra con la que es fácíl tropezar.
El trío protagonista prometía y mucho, aunque debo decir que no todos cumplen con sus roles. Carey Mulligan es quien se desenvuelve con las mejores escenas en un personaje que atraviesa momentos depresivos, felices y desesperanzados, con una gran soltura y profesionalismo. Sin dudas Mulligan es una de las actrices jóvenes con más futuro de la actualidad. En cambio Keira Knightley lleva adelante un personaje que ronda siempre en la sobreactuación, mientras que Andrew Garfield logra encarrilar una interpretación que al comienzo lo mostraba muy poco expresivo y dubitativo.
Nunca me Abandones hubiera sido una gran propuesta si Mark Romanek nos hubiera introducido más intimamente en la atrapante historia.