La mirada de los pájaros
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João Pedro Rodrigues es un cineasta que tiene una capacidad que muy pocos de sus colegas puede ostentar, y que consiste en darle una mirada adánica a aquello que registra, como si aquello que se proyecta en la pantalla fuera el resultado de una observación primigenia. En esta oportunidad, el realizador de Morir como un hombre se instala en un territorio fértil para esta operación estética: un paisaje agreste, a donde el ornitólogo del título (Paul Hamy) viaja para contemplar sus objetos de estudio. Rodrigues ofrece una serie de secuencias iniciales en donde se presenta la fascinación entre el personaje y los pájaros, que también observan (hay varias tomas subjetivas de las propias aves). Podemos pensar que El ornitólogo es una película sobre la mirada y sobre las operaciones culturales que modelan la forma de vincularse con lo salvaje, representado en diversas figuras que se le presentan al protagonista y que modificarán su destino para siempre.
Al igual que el filipino Apichatpong Weerasethakul, João Pedro Rodrigues trabaja en su última película con una mirada sobre lo “cultural” en cruce y tensión con lo irracional, que se ubica en el caso del primero dentro de la órbita de lo maravilloso y en el caso del segundo dentro de la órbita de lo mítico/religioso. ¿Qué narra El ornitólogo? Ni más ni menos que ese cruce; un viaje (tanto una perdición como un redescubrimiento interior) en el que hay lugar para la comedia, el drama introspectivo, el erotismo gay, el suspenso y hasta el gore. Todos esos componentes se amalgaman a la perfección, precisamente porque se ajustan a la construcción de mundo a la que aludíamos antes.
El ornitólogo se encontrará con dos jóvenes chinas fanáticas religiosas, un grupo de jóvenes que realizan extraños y truculentos ritos y un pastor sordomudo. Como en el caso del personaje principal, Fernando, que se pierde por culpa de la corriente del río, es recomendable que el espectador se deje llevar por este relato pleno en lecturas simbólicas y resignificaciones mitológicas. Rodrigues se revela como un cineasta lleno de ideas y muy capaz a la hora de conducirlas, con una libertad creativa que no es tan frecuente en el cine actual. En su película la figura de los pájaros es central, como no podía ser de otra manera, a tal punto que parte de la fascinación del personaje se transmite al espectador. Es a través de los pájaros, en la gracia de sus vuelos y de sus cantos, a partir de donde se gesta esta mirada autoral que no teme al absurdo (al contrario, lo incorpora) y que instala todo un universo.