Ciencia ficción al nivel de los clásicos
En un futuro no tan lejano, la raza humana enfrentó una invasión extraterrestre. Luego de una guerra terrible, ganó la raza humana, pero el planeta quedó inhabitable y los sobrevivientes tuvieron que migrar a Titán, una de las lunas de Saturno. En la Tierra sólo quedan ruinas, y unos pocos artefactos voladores armados de poderosos cañones vigilan nuestro planeta combatiendo las escasas, dispersas fuerzas invasoras que aún puedan quedar en pie. Estos guardianes finalmente son máquinas que deben ser arregladas de vez en cuando, y ése es el trabajo del técnico que interpreta Tom Cruise, que en una misión descubre algunas cosas que lo obligan a replantear toda esta premisa.
Dado que por cuestiones emocionales todos los seres humanos en misiones de este tipo tienen la memoria borrada en lo relativo a sus experiencias pasadas antes de la invasión, y que hay severas regulaciones sobre los objetos y lugares con los que pueden tener contacto durante la estadia en lo que fue nuestro planeta, cualquier pista o duda que pueda tener el protagonista es confusa, además de severamente reprimida por su oficial superior y pareja (Andrea Riseborough).
Pero el protagonista deambula por lugares derruidos y es asaltado por todo tipo de sueños extraños que parecen significar algo. Hay más ataques enemigos que de costumbre, y hasta encuentra una señal de radio que parece indicar un punto geográfico. El técnico se dirige ahí justo para ver caer una nave humana de antes de la guerra, de la que logra salvar a un tripulante hibernado.
En este punto, luego de una serie de secuencias impactantes de las andanzas del protagonista en la tierra desolada (el director y guionista, el mismo de la secuela de "Tron" hace un uso superlativo de la imagen y el sonido) el film se pone aún más interesante al plantear todo tipo de conflictos enigmáticos que no siempre son fáciles de seguir, y que por momentos tienen una complejidad a la altura de la ciencia ficción de vanguardia digna de Philip K Dick o Stanislav Lem. Lo interesante de "Oblivion" es que el argumento es realmente imprevisible, aunque para el espectador de una película de ciencia ficción con Tom Cruise, esto quizá sea más un defecto que una cualidad.
En todo caso, la compleja trama permite superacción, una emocionante historia de amor, y sobre todo, momentos visuales de una riqueza e imaginación antológica (los reconocimientos aéreos y en moto de Tom Cruise por paisajes increíbles acompañados de la música tecno de M.8.3 justifican por sí solos la película). Y, además, teniéndole un poco de paciencia al metraje de más de dos horas, la trama cierra perfectamente. Y aparte de un Tom Cruise que sabe cómo interactuar con efectos especiales, hay un sorprendente Morgan Freeman convertido en un temible líder blaxploitation del futuro. Por momentos, "Oblivion" parece una obra maestra, a pesar de que su trama hipercambiante pueda ser un poco anticlimática. Sin duda es un gran film, imperdible para todo fan de la ciencia ficción pensante.