La nostalgia del ayer
Una premisa básica como la devastación del planeta Tierra a causa de una guerra contra alienígenas que vinieron a conquistarnos marca el prólogo en off donde el protagonista Jack Harper (Tom Cruise) narra cuál es su función en el nuevo panorama en el que según sus palabras los sobrevivientes humanos ganaron la guerra pero perdieron el planeta.
Jack es algo así como un encargado de seguridad y mantenimiento de drones programados para aniquilar al enemigo extraterrestre que aún persiste con sus ansias de conquista y que se denominan carroñeros. Trabaja día a día explorando la geografía y las ruinas de lo que quedó tras las batallas -y no fue alcanzado por la radiación- junto a su compañera Vika (Andrea Riseborough) bajo las órdenes de la autómata Sally (Melissa Leo), quien se encarga de dejar todo preparado para que ellos partan hacia Titán, el nuevo planeta cerca de Saturno donde los humanos sobrevivientes comenzarán de nuevo.
Sin embargo, a pesar de que la memoria de Jack y de los otros soldados fue borrada totalmente, un recuerdo recurrente se niega a desaparecer y lo conecta de cierta manera con un pasado en el que el rostro de una misteriosa mujer (Olga Kurylenko) ocupa el centro de sus sueños en los que se lo puede observar feliz y menos frio de lo que es actualmente.
Todo tomará otro cauce cuando Jack, en una misión extra oficial, descubre unas cápsulas con presencia de personas, quienes a pesar de ser humanas son objetivo de los drones y entonces ese recuerdo cobrará otro sentido en su vida desde el momento que se reencuentra con Julia, la mujer misteriosa del sueño.
Poco más se puede agregar (sin revelar información sustancial) sobre esta historia que toma como punto de partida la lucha de un hombre por preservar sus rasgos de humanidad contra la mecanización y la deshumanización en un futuro muy cercano, dominado por un poder en la oscuridad y por manos invisibles que digitan operaciones secretas y manipulan el relato para no perder el privilegio de la dominación sobre la sociedad.
Tópico que la ciencia ficción ha desarrollado desde Un mundo feliz hasta 1984 pasando por Blade Runner por citar los casos más paradigmáticos donde siempre hay un grupo que resiste al orden instaurado en pos de una lucha desigual por la libertad.
Tom Cruise se luce en este rol de héroe melancólico y su carisma aparece cada vez que la película lo necesita, aunque el diseño de producción y la puesta en escena son las estrellas del film, dirigido por Joseph Kosinski, quien ya con su trabajo en Tron: el legado demostrara talento para este tipo de megaproyecto en el que los efectos visuales juegan un rol trascendente pero siempre en función a la trama y no a la exhibición gratuita.
El mayor problema de Oblivion... es la extensa duración teniendo en cuenta un prólogo y una introducción demasiado larga para lo que se quiere contar, defecto que arrastra a lo largo de los 126 minutos de metraje al que le sobran por lo menos 30 minutos y le falta algo más de acción porque no puede negarse la estructura del western impregnada en un producto de ciencia ficción como éste.
Los personajes secundarios están bien construidos, ninguno desentona pero tampoco brilla por sí mismo como es el caso de las dos actrices principales que se disputan a Jack en un pseudo triángulo amoroso, que no aporta mucho al argumento pero alcanza para disfrutar de dos rostros muy fotogénicos que -por decir de alguna manera- calientan la fría imagen saturada de blancos y falta de personalidad en un mundo donde los sentimientos y las emociones parecen haber quedado en el olvido hasta que un nostálgico se acordó de su humanidad.