Tercer largometraje como director de Steven Knight, de extensa carrera como guionista, desde una de las escasas películas flojas de Stephen Frears ( Negocios ocultos) a una de las más brillantes de David Cronenberg ( Promesas del Este). Obsesión es un artefacto intrigante, fuera de época: un compendio de elementos de thrillers de los 80 y los 90, en un arco que va desde Cuerpos ardientes hasta Durmiendo con el enemigo, pero más bien con los modos de esta última; es decir, con tendencia al cachivache. Estamos aquí en el terreno de la explotación muscular de Matthew McConaughey, en la exageración neonoir del personaje fatal de Anne Hathaway, en unos absurdos argumentales y visuales que se intenta salvar -a veces- con la excusa de los sueños, y en una acumulación de postales homoeróticas al borde de la parodia.
El argumento empieza más o menos así: Baker Dill (McConaughey) vive en las Antillas y pesca atún con su barco, pero también consigue dinero por ser el amante de Constance (Diane Lane). Hay un atún que es su Moby Dick. Y a este capitán Ahab bronceado le llega su exmujer Karen (Hathaway), que le hace una propuesta criminal.
El cine negro está servido, pero no es aprovechado por el "cualunquismo" apuntado. Obsesión podría haber sido una celebración genuina de sus modos arteros y efectistas, pero se le ocurre dar otra vuelta de tuerca, y más. Y avergonzarse de su desvergüenza.