Abordando el reino animal submarino como pocas veces lo ha hecho antes el cine, Océanos combina documental con toques de recreación ficcionada para ofrecer una obra con un poderoso y conmovedor mensaje ecológico. Con realizadores y producción diferentes, resulta complementario a Terra, el otro gran documental presentado el año pasado por Disney Nature y, condensando largos años de elaboración en mares de los cinco continentes, se trata del film en su género más caro de la historia de Europa y quizás del planeta. A propósito de planeta y de dinero, da la sensación que está justificado cada centavo puesto en su realización, la segunda como director del reconocido intérprete francés Jacques Perrin, ahora dedicado a la manufactura de este tipo de propuestas junto a Jacques Cluzaud, el verdadero cerebro de esta proeza audiovisual. Aquí ambos elaboran un verdadero y deslumbrante redescubrimiento de la vida acuática, con la breve participación de Perrin como un abuelo que contempla junto a su nieto museos y acuarios que conservan numerosas especies desaparecidas por la acción del hombre o a punto de extinguirse. También estrujan el alma las mutilaciones y matanzas de tiburones, delfines y ballenas, y los fuertes párrafos sobre la contaminación; pero aún así, y con más silencios que palabras, Océanos apuesta a la esperanza antes que al vaticinio apocalíptico.