En época de vacas flacas (en la taquilla y ni hablar de las ideas), Hollywood recurre cada vez más a las remakes, las secuelas, los spin-off y cualquier fórmula que permita explotar éxitos del pasado. "Ocean's 8: Las estafadoras" es una mezcla de estas tres categorías, y el resultado es un cóctel desabrido y demasiado revuelto. La película del director y guionista Gary Ross ("Los juegos del hambre") es una suerte de versión femenina de "Ocean's Eleven", que en 2001 recaudó millones con un elenco de súperestrellas masculinas (George Clooney y Brad Pitt, entre otros). La historia, para empezar, es similar. Debbie Ocean (Sandra Bullock), hermana del personaje que interpretaba Clooney, acaba de salir de la cárcel y tiene un plan maestro: robar un collar valuado en 150 millones de dólares que usará la diva Daphne Kluger (Anne Hathaway) en la gala anual del Metropolitan Museum of Art de Nueva York, la fiesta más exclusiva de EEUU. Para esto debe reunir a un equipo de especialistas que incluye a su amiga Lou (Cate Blanchett), una diseñadora de moda en decadencia (Helena Bonham Carter), una hacker (Rihanna), etc. La estructura es clásica —thriller más comedia blanca—, pero el director sólo logra subir la tensión por momentos y no hay una sola escena que mueva a la risa. Hay mucho glamour y cameos de famosos, pero a los personajes centrales les falta brillo y ninguna de las actrices alcanza a lucirse. Bullock (con la cara "planchada" por las cirugías) y Blanchett (lamentablemente desperdiciada) no funcionan como dupla antagónica, mientras que el resto del elenco se pierde entre vueltas de tuerca y otros truquitos del thriller de manual. "Ocean's 8" es la típica película que confía de antemano en su elenco de estrellas y parece dejar librado al azar todo lo demás.