Otra secuela. Otra más. Empezando por el concepto básico de caer en la inevitable repetición se debe pensar muy bien el tema de las secuelas antes de hacerlas, aun cuando la intención primaria sea la de hacer dinero fácil. Es cierto que en Hollywood todo parte de una premisa dictada por la boletería, y en este aspecto la decisión de seguir adelante con las continuaciones de productos exitosos debería ser, al menos, honesta con su público. Además, claramente no es lo mismo la saga de Harry Potter, taquillera por donde se la mire pero a su vez basada en siete libros respaldando su continuidad; que las 6 “Locademia de policía”, también taquilleras pero basadas sólo en la recaudación y malos libretos que nunca justificaron su continuidad.
“Ocean’s 8: Las estafadoras” se inscribe en este segundo grupo. Ya en la segunda no había más nada para contar de los personajes involucrados en robos hiper, profesionales con el gancho de un elenco multiestelar, y sin embargo se llegó a una tercera. La necesidad de una cuarta es todavía menos justificada desde su contenido, pero coincidente con la conformación de un súper elenco. Claro, en tiempos de reivindicación de los derechos de la mujer las campañas #Me Too, #Ni Una Menos, y el final del discurso de Frances McDormand en la última entrega de los Oscars (en el cual reclamaba garantía de inclusión femenina en los proyectos), el hecho de contar con una banda de estafadores integrada únicamente por mujeres hace sonar todo muy oportuno y a la vez oportunista y forzado.
Siguiendo los pasos del difunto Danny Ocean (George Clooney) su amada Debbie (Sandra Bullock) acaba de salir de prisión pero, no obstante, decide llevar a cabo uno de esos imposibles robos de joyas. En particular un famoso collar de Cartier que, obviamente, puso mucha plata como sponsor. Así nacerá la banda integrada por las actrices Cate Blanchett, Anne Hathaway, Mindy Kaling, Sarah Paulson, Awkwafina, Rihanna y Helena Bonham Carter. Por supuesto estará el momento del reclutamiento, la planificación, y la cuenta regresiva hasta el día del robo.
Justamente las películas de este estilo, que suelen estar cortadas por la misma tijera, apuntan a lo mismo: captar la atención y la empatía del espectador por los ladrones. Es decir, nos enamoramos de los delincuentes. Hay algo entre la picardía y lo romántico provocado por esas personalidades que deciden ir contra el sistema, y que siempre resulta seductor a partir del magnetismo del elenco, el ritmo narrativo y los elementos de la comedia dosificados con la tensión misma que genera la ejecución del golpe. Salvo esto último, el guión de Gary Ross nunca logra nada de lo anterior. Es extraño viniendo del hombre que escribió “Quisiera ser grande” (Penny Marshall, 1988), o la gran”Alma de héroes” ,que también dirigió en 2003.
Por el lado del elenco no hace falta resaltar el talento de todas, y sin embargo solamente Awkwafina parece haber entendido el código e intenta algo diferente del resto que cae en una letanía alarmante. Una actitud hasta displicente que resalta la gran diferencia entre ser y hacerse el canchero. Tal vez por eso la música de la banda de sonido (en el mismo tenor de las anteriores) se escucha exageradamente resaltada, como si nos avisara del estado de ánimo con el cual tenemos que abordar la siguiente escena.
Ahora bien, supongamos que uno estuvo en un mal día y todos estos conceptos sean muy subjetivos; lo innegable del libreto es la ausencia de conflicto. Hay apenas un esbozo del mismo, un anuncio que se evidencia pero nunca se desarrolla: el deseo de venganza que subyace detrás de este plan, sin embargo, el director no planta elementos psíquicos ni morales que se ofrezcan siquiera como contradicciones para poner a los personajes principales en una disyuntiva y así, “Ocean’s 8…” termina siendo la historia de un afano de joyas en cuyo desarrollo sucedieron un par de cosas, que casi casi salen mal. Como secuela es intrascendente al no lograr una verdadera conexión con el universo planteado en las tres anteriores, y como producto es un estereotipo. De lujo si se quiere, pero estereotipo al fin. Hay algunas pinceladas de humor entregadas por virtud de las actrices, y tal vez un par de micro escenas bien logradas, además de despliegue escénico, pero sólo eso. Aburre este estreno. No hay nada peor para un cine que está pensado para entretener.