La derivación femenina de la saga de estafadores tiene todo para atraer: un elenco de súper estrellas divinas, un vistoso diseño de producción (y moda, y makeup), la exclusiva gala del Met como contexto y música divertida. Es lástima que semejante combo, aún en una deliberada apuesta por la liviandad, no salga de lo inocuo ni consiga despegar de una chatura que anula cualquier brillo de comedia, excepto por algunos momentos gentileza de algunos intérpretes -James Corden, Anne Hathaway-. Simpática y desperdiciada.