Ocean's 8: Las estafadoras

Crítica de Matias Seoane - Alta Peli

El caso de la hermana

Los cinco años que pasó en la cárcel por estafa los dedicó a planear lo que haría al salir, pero los sueños de Debbie Ocean (Sandra Bullock) no incluyen reformarse y abandonar la vida de crimen que marcó a toda su familia, sino todo lo contrario: llevar a cabo el robo de joyas más grande de la historia. Y de paso vengarse de quien la mandó a la cárcel, algo similar a como hizo su hermano Danny en la primera entrega de la franquicia.

También siguiendo la misma estructura de la primera película, apenas recupera la libertad se reúne con su antigua cómplice para convencerla de participar y juntas reclutar un diverso equipo que las asista en el rebuscado proyecto: para quedar bien con todo el mundo incluye a una hacker negra, una carterista asiática y una rubia madre de familia. Entre todas organizan el robo de un collar de 150 millones de dólares durante la gala más exclusiva del año en el museo de Nueva York, con la involuntaria ayuda de la celebridad que oficiará de anfitriona del evento.

No hace falta exprimir el océano

Tomar una historia que ya se contó con éxito y acompañarla de caras conocidas es una fórmula que a los estudios les gusta explotar para recaudar, incluso cuando (como en este caso) algunas de esas caras ya están irreconociblemente más jóvenes que cuando se hicieron famosas. Por lo tanto no se le puede exigir algo diferente a Ocean’s 8: Las Estafadoras, su única meta es buscar el entretenimiento con una trama que intenta sorprender con giros que desconciertan al público mientras intenta adivinar lo que está sucediendo.

Sin embargo, esta película tampoco lo logra muchas de las veces que lo intenta, contando una historia chata y anticipable. Cuando le conviene para avanzar la trama elige ignorar factores antes plantados como dificultades. En la etapa de planificación, los conflictos que se supone llegan para complicarles la vida a las estafadoras se resuelven mágicamente en un minuto, sin influenciar mayormente el plan. Pero cuando finalmente lo ejecutan, algunos de ellos ni siquiera se tienen en cuenta.

Por más que sea una propuesta que pretenda ser entretenimiento directo (e incluso dejando de lado aparatos y situaciones inverosímiles en el mundo real), cuando los factores que le dieron forma al plan solo son relevantes si les hace falta y desaparecen mágicamente sin dar explicaciones pues hace falta que no estorben, demuestra que la película tiene serias dificultades para sostener su propia lógica interna.

No hay grandes problemas con que un film de robos espectaculares sea inverosímil en el mundo real y de hecho es parte de su gracia. Pero el necesitar giros que rompen las propias reglas establecidas un rato antes para engañar al público, eso ya es otro tema más difícil de aceptar.

Sin mucha sorpresa, Ocean’s 8: Las Estafadoras termina siendo apenas otro intento de exprimir al mismo tiempo una franquicia que dejó de dar jugo después de su primera entrega, más la tendencia de responder a los reclamos de baja representatividad femenina sin preocuparse mucho por entenderlos.

Más allá de la debilidad de la trama, que en una historia de robos complejos debería ser ya de por sí un problema importante, muchas de estas historias se sostienen por el carisma de sus personajes e intérpretes. En este caso, las integrantes de la banda son mayormente tan chatas que resultan irrelevantes e intercambiables; están definidas apenas por un par de pinceladas gruesas que no le dan mucho con que trabajar a las actrices por fuera de sus estereotipos, y ni siquiera les alcanza como para mostrar buena química entre ellas más que en momentos muy esporádicos.

Conclusión

Incluso valorándola como un producto pasatista, Ocean’s 8: las estafadoras es otra secuela innecesaria sin mucho para ofrecer, con una trama que no soporta un análisis ni al menos compensa brindando un entrenamiento sostenido.