Hay un dato insoslayable en medio del #Me Too en Ocean’s 8: Las estafadoras. No sólo la participación femenina es mayoritaria -las ocho ladronas son mujeres- sino que el golpe que realizan comandadas por la hermana de Danny Ocean sería imposible de realizar… si existieran los baños mixtos.
Sin spoilear más, la trama del filme dirigido por Gary Ross -el de la primera Los juegos del hambre- es un golpe maestro. ¿Dónde? Durante la gala anual del Metropolitan Museum of Art. Daphne Kluger, una celebrity (Anne Hathaway, en su regreso al cine tras su maternidad) lucirá en su cuello una joya de Cartier, el Toussaint valuado en US$ 150 millones. Y es Debbie Ocean quien, tras purgar años en prisión y cranear allí el robo, tiene todo fríamente calculado.
Obviamente esta Ocean’s 8 es casi un calco de las anteriores cuando el team era dirigido por Danny (George Clooney: aquí se da por hecho que falleció). Esto es: La planificación + la ejecución + la vuelta de tuerca final.
Pasaron once años de la última de Clooney. Pero todo está estructurado igual, cameos incluidos de algunos de los actores de la saga masculina.
Así, lo que queda es ver cómo cada actriz se luce o desluce su papel. Presten atención a Sandra Bullock (Debbie) apenas abre el filme: parece más hermana de Michael Jackson que de George Clooney.
La acompañan, entre otras, una desteñida, literal y no tanto, Cate Blanchett, una Rihanna que sí se roba la película, Helena Bonham Carter, que se cree en una película de su pareja, Tim Burton, puro mohín y muecas .
También hay muchas estrellas en la Gala que hacen de sí mismas, que van de Katie Holmes y Kim Kardashian a Anna Wintour y Tommy Hilfiger.
No hay innovación, no hay riesgo que se corra. Simplemente se cambiaron estrellas masculinas por femeninas.
Cono diría Discépolo, todo es igual, nada es mejor.