Ocean's 8: Las estafadoras

Crítica de Rodrigo Seijas - Fancinema

EXCESO DE IMPERSONALIDAD

A esta altura, la saga de Ocean´s ya es una clara paradoja: por un lado es puro artificio, con sus personajes entre glamorosos, distantes y despreocupados, y sus robos estrafalarios; pero por otro es realista al extremo, en el sentido de que nunca ofrece más de lo que promete y se sostiene en un pacto implícito con un espectador que acepta espiar una fiesta ajena, de la que a lo sumo participa mínimamente desde la mirada. Ocean´s 8: las estafadoras pretende ser un nuevo capítulo inofensivo, que profundiza el sinsentido de la franquicia y hasta muestra sus pocos recursos agotados.

En cierto modo, lo que vemos es más una remake más pequeña y concentrada del film del 2001 que una reversión en clave femenina. Esta vez es Debbie Ocean (Sandra Bullock), la hermana de Danny, quien sale de la cárcel buscando revancha contra el hombre que la hizo caer en prisión y de paso llevarse una montaña de dinero por métodos ilegales: ahora el blanco es un legendario collar de diamantes de la casa Cartier, al que buscará robar durante la Gala Met junto a un pequeño y selecto grupo de criminales. Lo que vemos es previsible: la protagonista retornando a lo que mejor sabe hacer; el reclutamiento de las personalidades, dejando de lado a los hombres porque “siempre se hace notar”; la revelación del improbable objetivo y el armado del plan; un par de obstáculos y contingencias de último momento; y la concreción del golpe perfecto a pesar de que cuando nos lo ponemos a pensar no era tan perfecto. Hay una sensación continua a lo largo del metraje de que estamos ante la hermana menor de la franquicia –por más que las intenciones de realizar más entregas esté a la vista ya en el número del título-, pero hay que reconocer que el film es honesto al respecto.

El problema es que quizás Ocean´s 8: las estafadoras es demasiado honesta, o que solamente tiene para brindar sinceridad. La pose cool de todas las figuras involucradas (Cate Blanchett, Sarah Paulson, Rihanna, Anne Hathaway, Mindy Kaling, Helena Bonham Carter y unas cuantas más, todas haciendo versiones apenas distintas de sí mismas) ya directamente lleva a un desapasionamiento en las actuaciones, lo cual se traslada a la estructura narrativa y la puesta en escena. En el film falta hasta cierto placer por el acto criminal (algo fundamental en la seducción de estos relatos), las dinámicas grupales son muy limitadas (los personajes son totalmente superficiales y prácticamente no generan empatía), el villano que encarna Richard Armitage es irrelevante y la tensión (aún en toda la secuencia del robo) es casi nula. Ni siquiera adquiere carnadura la veta melancólica que era saludablemente palpable en Ocean´s 13, la anterior entrega de la saga.

Esto podía ser esperable e incluso previsible, pero me permito decir que no deja de generarme decepción por el realizador involucrado detrás de cámara: Gary Ross escribió grandes películas como Quisiera ser grande y Presidente por un día, pero también venía de dirigir la notable Alma de héroes, la sólida Los Juegos del Hambre y la interesante El valiente, pero acá se muestra excesivamente servicial a los egos involucrados, sin aportar su personalidad como cineasta y abordando la comedia en piloto automático. El resultado es lógico: Ocean´s 8: las estafadoras es un film intrascendente, cansino en su andar y definitivamente repetitivo, donde todos los guiños y chistes lucen agotados al instante, aunque no llegue a los niveles desastrosos de Ocean´s 12. Steven Soderbergh, realizador de la trilogía previa y productor de este film, tuvo que alejarse de la saga para construir una película de robos con personalidad y sensibilidad como La estafa de los Logan. Quizás Ross deba hacer lo mismo.