"La dura realidad"
Mike Flanagan vuelve a la pantalla grande con otra interesante propuesta de terror que, lejos de ser perfecta, deja entrever las intenciones del realizador por incursionar de forma original en viejos terrenos.
Luego de su celebrada “Ausencia” (estrenada en nuestro país en muy pocas salas el año pasado gracias al esfuerzo de una distribuidora independiente) Flanagan logró llamar la atención de algunos productores con experiencia dentro del género quienes, atraídos por la frescura del joven realizador, le dieron luz verde para un nuevo largometraje.
Ante esta oportunidad, Flanagan no tuvo la menor duda y decidió trasladar a la pantalla grande nuevamente la temática con la que trabajó en su interesante cortometraje titulado “Oculus: Chapter 3 – The Man with the Plan” donde todo giraba en torno a un supuesto espejo maldito.
Con la certeza de que “mejor viejo conocido, que nuevo por conocer” y la ayuda de un presupuesto que le dio más libertades que restricciones, el director logró que “Oculus” acertara nuevamente en un aspecto clave y elemental del género de terror: atrapar al espectador con lo que se cuenta.
Tal como dije al principio, si bien está lejos de ser perfecta, el gran acierto de esta producción es que logra enganchar al público de forma rápida y sin demasiadas vueltas gracias a la rapidez con la que el relato empieza a develar hechos y situaciones importantes.
“Oculus” no tarda demasiado en presentarnos a los dos hermanos huérfanos (interpretados por Karen Gilliam y Brenton Thwaites) que se reúnen después de muchos años para hacerle frente a un antiguo espejo, el cual estuvo presente durante la tragedia que marcó para siempre sus vidas. Aunque, a priori, esta premisa parece sencilla y “mágica” para lo que se aspira contar en una propuesta de terror, el film logra introducirnos de a poco en una verdadera pesadilla.
Desglosando el tiempo del relato en hechos del pasado, presente y una realidad distorsionada, Flanagan logra que como espectadores nos mantengamos siempre atentos a este juego de rompecabezas que nos propone sin la necesidad de recurrir al uso desmedido de escenas violentas ni sustos de mala calidad.
Por eso estamos frente a un estreno que, para ser sinceros, les resultará mucho más llamativa a aquellos que disfrutan de propuestas del género similares a “Poltergeist” y “La dimensión desconocida” (por nombrar algunas) y no será del agrado de los que se asustan con la pobre sugestión que ofrecen películas como “Actividad Paranormal” ni de aquellos que se regocijan con los litros de sangre que desprenden producciones como las de la saga “El juego del miedo”.
No obstante, si bien “Oculus” cuenta con muchísimos aciertos que la convierten en la película de terror más lograda de lo que va del año, hay que remarcar también que le falta la chispa necesaria para convertirse en un film capaz de sobrevivir por muchos años en el recuerdo de los fanáticos.
Quizás la falta de ambición a la hora de cerrar el último tramo del relato deja en evidencia, no solo la posibilidad de que “Oculus” dentro de unos años se expanda en otras entregas, sino también la falta de valentía por parte de los responsables para concebir una obra cuyo objetivo sea dejar a todos satisfechos durante el primer consumo.
Hay veces que tenés que demostrar un poco más y tirar un lujo dentro del área chica. Me parece que el único error de Flanagan fue jugarla de humilde en su primera gran producción, razón por la cual “Oculus” en definitiva no es una película para alquilar balcones pese a que contaba con lo necesarios para serlo.