Esperando la quinta entrega de The Evil Dead, o Diabólico (como la titularon en Argentina), me vi Ofrenda al Demonio y se las cuento.
Un tal Arthur (Nick Blood) que venía peleado con su padre judío jasídico por casarse con una chica goy, decide hacer las paces y viaja con su esposa embarazada a Brooklyn con la intención de reconciliarse para obtener un favor.
En este contexto llegan a la casa familiar de su infancia, una funeraria donde se está velando a Sarah, una nena que había desaparecido y fue encontrada muerta. Pero esto no es todo, la cosa se pone realmente turbia cuando por la noche traen un nuevo cuerpo. El muerto es Yosille, un académico que habiendo perdido a su esposa decide revivirla y en una confusión en vez de negociar con el arcángel de la vida conjura a un sheidim.
Pues, ¿qué es un sheidim? Hay muchas historias para esto, la que me llama la atención dice que son criaturas sin cuerpo, fueron creadas con el fin de ser humanos y al llegar el sábado (día de descanso) Dios no los completó. Esto les da la posibilidad de adoptar fisonomías fantasmagóricas según los miedos o deseos de sus víctimas. No hay forma de deshacerse de un sheidim, Yosille lo sabe, pero encuentra la forma de contener un ser incorpóreo atrapado dentro de un cuerpo humano.
La película sugiere que este sheidim es femenino y se puede vincular con Abyzou, un demonio del folclore de Oriente Próximo y Europa vinculado a los abortos y sacrificios de niños.
El problema es que a Yosille le fallan los cálculos y no prevé que después de muerto su cuerpo irá a una funeraria y será despojado de sus amuletos. ¡PUM! Nada mejor para un demonio que se alimenta de niños encontrarse liberado en una casa con una mujer a punto de parir y sabor a no kosher.
Esta película de terror paranormal dirigida por Oliver Park promete sacrificios, fantasmas, demonios, niños muertos y por morir, incluso comienza con una muy buena escena, para luego ir desintegrando expectativas con personajes que desencadenan “el infierno” en base a acciones tontonas y poco justificadas, para llegar a un final que no está tan mal, pero con gusto a muy poco.