Su título remite a una antigua maldición china y es en parte el primer atractivo de este filme raro, psicodélico. Empieza bien, engancha con su plot un tanto naif, que se va oscureciendo y enredando como las plantas que dan el "pimpollo", la Erytrina, ese producto natural pero ilegal que acompañará a Marcos en la aventura de escribir su primera novela policial y dejar para siempre a los gemelos detectives de la editorial "Panza Roja".
Santiago Van Dam es el director y guionista de "OVTI", su primer trabajo en largometraje por el que recibió una nominación en la sección de Vanguardia y Género del último BAFICI. Como decía, la película es interesante y remite de cierta manera a la "Tiendita del Horror", o un "Trainspotting" autóctono por la presencia y el peso que le pusieron al tema de la droga en el argumento.
En mi opinión es un tanto excesivo el humo que se esparce en la pantalla y no permite que la propuesta sea más redondita.
Al frente del elenco, el atribulado Marcos un escritor que no termina de inspirarse pues su vida es un tanto normal para un tipo de su edad, interpretado por Ezequiel Tronconi ("La Tigra, Chaco", "Congreso"); se puede decir de él que en el cine independiente está haciendo muy buenas migas.
Las participaciones de Emilia Attias y Benjamín Rojas hacen más que nada al cartel, ya que sus minutos en pantalla son pocos.
Un poco truculenta y con un arma que puede encontrarse en cualquier cocina, entonces, se desarrolla la trama entre listas que deben cumplirse para avanzar de capítulo, máscaras que dan escalofríos, una bailarina de flamenco, un cajero de un supermercado chino, un jefe norteamericano, un hippie, el encargado y la vecina, la hija del encargado y... los pimpollos secándose y convirtiéndose en moneda de cambio para Marcos que se enfrenta a un desafío: terminar la novela y no morir en el intento.
El montaje está a cargo de Lourdes Miere, también del equipo de "Congreso", y que combina muy bien la animación con las escenas con personajes de carne y hueso.
Me gustaron los planos cerrados y detalle, aquél manejo de cámara no tan convencional para crear climas, romper con el tiempo y el espacio. No me terminó de convencer la recurrente apelación al consumo de drogas, que no lleva a un buen camino en este filme ni en la vida misma, que entiendo que tiene que ver con la intoxicación del personaje principal y su entorno pero que podría haberse construido con menos para exponer más a los verdaderos actores.
Resumiendo, una propuesta distinta del cine nacional que se anima al cine de género y le sale más que aceptable.