Paranoia trip
Santiago Van Dam debuta en el largometraje con este film híbrido, de interesante factura técnica, y que cuenta con el protagonismo del ascendente Ezequiel Tronconi en el rol de un joven escritor con ambiciones demasiado extremas, que se ve involucrado en una serie de situaciones límites en medio de una crisis existencial, producto de su fracasado presente y del hartazgo de escribir libros infantiles.
La singularidad de Ojalá vivas tiempos interesantes, frase alusiva a una maldición de origen chino, obedece en primer término a que la trama va tomando forma hacia el grotesco e incorpora elementos de género para construir climas enrarecidos. Esos climas no están supeditados inequívocamente a la percepción del protagonista, ni a su contacto y relación directa con las drogas que cultiva de forma clandestina en un departamento de mala muerte, sino que se fusionan con la realidad planteada por el cineasta. Lo onírico llega a cuenta gotas, mientras que las situaciones más ligadas con el realismo atraviesan el derrotero de Marcos y su paulatino descenso a los infiernos.
Una serie de personajes secundarios variopintos, algunas dosis de humor negro y la creatividad al servicio de la puesta en escena, donde debe destacarse un esmerado tratamiento de la imagen, son los puntos a favor para esta ópera prima extraña y sugerente. Tal vez el único punto en contra sea la excesiva duración, el alargamiento en escenas que podrían haberse reducido sin perder el sentido y el peso dramático que el guión deparaba.
No obstante, debe mencionarse una ajustadísima actuación de Ezequiel Tronconi, exponente de la nueva camada de actores argentinos que a fuerza de papeles secundarios en distintas propuestas independientes se gana este merecido personaje para nutrirlo de piel, mente y algo de corazón.