LA MALDICIÓN DEL ESCRITOR
En más de una oportunidad, hemos afirmado que el cine argentino se destaca por su producción de ficción de corte realista, con la abundancia de un realismo social que colma la ficcionalidad cinematográfica en general. Desde hace ya algunos años, la oferta en comedias livianas, comedias surrealistas o absurdas, dramas de personajes y demás está equiparando la oferta nacional, expandiendo los límites de nuestra propia cinematografía y abriendo nuevos horizontes en la historia del cine argentino. Ojalá vivas tiempos interesantes es prueba de lo enunciado anteriormente. La película mezcla un suspenso algo absurdo (en el buen sentido), lo trágicómico y una tímida reflexión del quehacer artístico.
El film presenta la historia de Marcos, un escritor que alguna vez fue exitoso en la publicación de libros infantiles, pero quien ahora se haya buscando la escritura de una “novela seria”, indagando e intentando descubrir su propia voz autoral. A partir de esta decisión, un devenir de situaciones problemáticas lo invade: pierde su trabajo, su novia lo abandona, su situación económica decae considerablemente, aunque una salida laboral ilegal intentará remendar dicha condición. Y esto lo lleva, en parte, a su perdición. El protagonista está rodeado de personajes singulares que lo ayudan y al mismo tiempo obstaculizan su camino del héroe: un vecino hippie, un portero acosador, unos clientes extrañísimos, una kioskera atractiva, una bailarina enmascarada de flamenco y un amigo que trabaja en un supermercado chino para aprender de esa cultura milenaria. Tal elemento toma vital importancia en el giro dramático de la película: sin causa alguna, y en parte pareciera en respuesta al consejo de su amigo de que para escribir hay que vivir experiencias y cosas interesantes, una anciana china le suelta una antiquísima maldición. Súbitamente, envuelto en una vorágine experimental, nuestro protagonista se encuentra a sí mismo haciendo cosas que nunca pensó que haría, pero que sin embargo le permiten avanzar en su obra literaria.
El film construye de forma correcta la trama: el cambio del estatuto del protagonista, el tratamiento singular y performativo de cada personaje (singular y único dentro de la película), la mezcla entre realidad y ficción literaria – que permite dudar de la historia que se nos está mostrando-, la intervención de la animación como forma de expresión del mundo interno del fallido héroe y una musicalización atinada que permite no solo acompañar el tenor dramático de cada escena, sino también generar climas y atmosferas. Las actuaciones son sólidas y la utilización de la voz en off del protagonista permite construir un relato subjetivo que, junto con la desdibujada realidad dentro de la construcción de la novela, consienten un interesante juego de interpretación por parte de los espectadores.
En síntesis, Ojalá vivas tiempos interesantes es sencilla, entretenida y divertida de ver. La dirección está a cargo de Santiago van Dam, joven director, que estrenó este film en el BAFICI de este año y que cuenta en su anterior producción fílmica con el documental La peli de Batato (2011) que, en su rol de guionista, se centra en la interesante actividad artística de Batato Barea en la década de los 80’s.