a Calamaro no le va a gustar
Esta película animada cuenta la historia de un toro pacífico que no quiere participar de las corridas.
Ferdinando el toro, cuento de Munro Leaf ilustrado por Robert Lawson, es un long seller que no dejó de venderse en todo el mundo desde su publicación, en 1936, y a poco de ser editado se convirtió en un corto animado de Disney que ganó el Oscar. Elogiada por Thomas Mann, H.G. Wells y Gandhi, prohibida por Franco y Hitler, esta historia siempre fue leída como un alegato pacifista. Ahora, con unos cuantos agregados, se convirtió en este simpático largometraje dirigido por el brasileño Carlos Saldanha (La era de hielo, Río).
Ya desde ternero, Ferdinand prefiere las flores a pelear a las cornadas con sus compañeros de establo, motivo por el cual sufre bullying (nunca mejor usada la palabra, que viene de bull, “toro” en inglés). Logra escaparse de la Casa de Toros, donde preparan a los terneros para participar de las corridas en Madrid, y se convierte en la mascota de una granja, pero una confusión hace que vuelva a su antiguo encierro, donde se aliará a otros animales para volver a huir.
Si bien la trama es bastante básica, hay personajes lo suficientemente divertidos como para sostener la película. Ahí están la cabra, los puercoespines, un toro escocés y, sobre todo, el trío de caballos alemanes, protagonizando algunas escenas que hacen que Olé, el viaje de Ferdinand valga la pena. Además de antitauromáquico, el mensaje es claro: mientras no dañe a otros, cada individuo tiene el derecho a seguir su naturaleza y ser aceptado tal cual es.
Nota al pie: la historia transcurre en España, así que este es uno de los pocos casos donde tiene más sentido verla doblada que en inglés