Una esotérica película que hace honor a su titulo
Me veo obligado a empezar esta reseña con una obviedad: Hacer una película en la Argentina requiere un verdadero esfuerzo. Pero por otro lado, no puedo decir que una película me pareció buena cuando en realidad sentí todo lo contrario. No le estoy haciendo un favor a sus realizadores, ni al público; el cual, hoy por hoy, tiene que desembolsar un billete considerable para ver una película.
Créanme que si hay una crítica poco laudatoria a la cual le di mucho pensamiento es esta. Pero fue para encontrar la manera más diplomática y menos agresiva de expresar lo que, en mi opinión, es una película donde el aspecto visual, aunque incuestionablemente logrado, le gana groseramente la partida al aspecto narrativo.
¿Cómo está en el papel?
Olvídame es la historia de amor entre Ámbar (Antonella Costa), una stripper con muchos demonios internos, y Víctor (Gonzalo Valenzuela), el líder de una secta espiritista. Los demonios internos de Ámbar le hacen tener visiones sobre su propia muerte, demonios que intentara expulsar con la ayuda de Víctor. El problema es que Víctor es un asesino serial que gusta de matar mujeres estrangulándolas en el clímax sexual.
Durante un tiempo pensé que la película sufría de una narración débil, para luego caer en la cuenta que es todo lo contrario. Por esotérica que pueda parecer esta propuesta, tiene muchos elementos indispensables de la estructura narrativa en su lugar. El objetivo esta; el tema esta (huir del destino, ir en contra de la propia naturaleza, etc.), vagamente, pero esta; la estructura en tres actos esta, al borde del adorno y metida con calzador, pero esta. ¿Entonces cual es el problema?
Para responder dicha pregunta, voy a volver a usar esa palabra, esotérica, porque ese es el adjetivo que mejor define al desarrollo narrativo de esta película. Un desarrollo tan pero tan complejo y enrevesado, que uno duda si el débil desarrollo de los personajes es tal por pereza o porque las acciones no se llegan a entender; no desde el lado del juicio o la comprensión, sino como el simple procesamiento de la información en la cabeza del espectador. Porque si bien esta historia posee cierto sentido de la progresión dramática, esta arrastra, pesa, más que nada porque no consigue que nos importe que le pueda pasar a estos personajes.
Esta película pudo haber terminado mucho peor si el director no hubiera llamado a los dos guionistas que colaboraron con él. Ellos tuvieron la difícil tarea de dar algo de coherencia narrativa a algo muy complejo. No se logró, pero no por falta de esfuerzo, que lo hubo y mucho; a ellos mi admiración, porque les tocó sortear un obstáculo difícil: una visión directorial que no presentaba mucha cabida para una narración, pero que la necesitaba para poder atraer talentos actorales que puedan dar algo de perfil comercial a la película.
¿Cómo está en la pantalla?
Ahora sí, el nivel visual de la película es óptimo, sobre todo la fotografía y la dirección de arte. No hay nada que objetarle al tratamiento estético de esta película, salvo que me hubiera gustado más si hubiera estado al servicio de una historia más clara. El director es alguien con un estilo visual rico, marcado y pensado, pero uno desearía que hubiera puesto el mismo empeño en concebir una historia, comprensible y que nos involucre emocionalmente con los personajes.
Por el lado de la actuación, todo el reparto obra de oficio y lo hace como corresponde a profesionales de su trayectoria. La interpretación de Antonella Costa es elogiable por su compromiso y por cómo le pone el cuerpo al personaje. No puedo decir lo mismo de Gonzalo Valenzuela, quien tiene una sola expresión en toda la película. Pero mas allá de todo, todo el reparto se la rebuscó, e hicieron lo mejor que pudieron. Si esta película no llega a buen puerto, no es en absoluto culpa de ellos. La historia tiene un claro nivel de erotismo, que cualquiera puede reconocer, pero lo que evitó el lucimiento de los intérpretes fue el no poder encontrar un punto común entre director y actor sobre de donde proviene ese erotismo. Es esta falencia la que hace que las repetidas escenas de desnudez y de sexo se lean como gratuitas, cuando es seguro que esa no fue su intención inicial.
Conclusión
Olvídame es un titulo que aunque correcto en lo actoral e impecable en lo técnico, tiene un desarrollo narrativo demasiado complejo para despertar alguna sensación o emoción en el espectador. Su propio título lo vaticina, y es una predicción, que para quien apueste a ver esta película, no tardara en cumplirse.
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