Marita (María Laura Alemán) tiene todo el tiempo mala cara. Se encuentra amargada y se le nota mucho. La decisión que tomó, desde lo más profundo de su ser, transformó no sólo su vida, sino también la de su familia. Necesitó imperiosamente ser egoísta, pensar en ella por sobre todas las cosas, y asumir las consecuencias, aunque eso la afecte íntimamente, laboralmente y, fundamentalmente, la relación con su familia.
Por otro lado, Sensei (Chang Hung Cheng) es un chino, aunque Sensei sea un vocablño japonés, y a él lo llaman así. Lo trajeron desde su país para trabajar en un supermercado, pero no le gusta, quiere dedicarse a lo que sabe, o cree saber, que es la dígitopuntura, pero diariamente lo presionan para que abandone esa idea.
Sergio Mazza filmó en una pequeña ciudad entrerriana, como Victoria, dos particulares historias narradas en paralelo, pero con un punto en común que es la disconformidad con uno mismo, ya sea por cómo es o por lo que tiene que hacer y no le gusta.
Estos planteos personales son cada vez más habituales, pero no por eso complicados y muy difíciles de afrontar, porque Marita, hasta no hace mucho tiempo, era un hombre casado con Mercedes (Esther Goris), y con dos hijos. Conformaban una familia tradicional. Ambos son escribanos, con un buen pasar económico, casa en un country y autos caros. Pero ya de grande decidió guiarse únicamente por sus deseos y actualmente es una transexual. Tamaño cimbronazo no le resultó gratuito, y ahora le están haciendo pagar las consecuencias.
El director abordó estos dos casos con dispar rigurosidad. La larga secuencia de confrontación entre Marita y su ex esposa es la más rica, profunda y descarnada. Luego, cuando llega su hija, interpretada por Belén Blanco, y sus nietos le da otro matiz. Es un microcosmos dentro del relato. Por la calidez, los diálogos y la iluminación. El resto de la película transita por altibajos, personajes que parecen ser importantes para los protagonistas y luego desaparecen, o escenas realizadas por el chino que quedan por el camino.
Otro ítem estético es la sobreimpresión de frases sobre las imágenes que estamos viendo. Algunas dividen en secciones narrativas, otras cuentan un poco del pasado o nos brindan datos informativos o estadísticos.
La transformación de María Laura Alemán fue real, aunque no todo lo que sucede en el film es verídico. El director reparó en ella y creó un mundo de ficción en vez de volcarse a producir un documental, cómo para que ella misma, desde un personaje y rodeada de dos sólidas y eficaces actrices, pueda divulgar su historia, sin callarse nada.