Narra los momentos que vive Marita (María Laura Aleman, logra una buena interpretación) transexual, madre, abuela y escribana que vive en un pueblo (infierno grande) y que por esta decisión de cambiar su sexo, ya nadie quiere atenderse con ella. Para colmo Mercedes (Esther Goris, en una correcta actuación), su ex esposa, quiere vender su parte de la escribanía para desvincularse de Marita, se siente incómoda con esa relación con una trans, hasta la acompañó a operarse, pero está llena de dolor y heridas que no cicatrizan.
El dolor de Marita no termina aquí, su hija (Belén Blanco) acepta su condición, pero esta le cuenta que en el colegio hicieron un pedido que no retire más a los niños, además el marido termina alejándose por esta razón. Marita sufre el rechazo y la incomprensión de todos los que viven a su alrededor, pero ante la adversidad es una mujer muy valiente que lleva todo el peso de su pasado.
Por otra parte vemos a Sensei (Chang Hung Cheng) que al igual que Marita es una persona incomprendida por su origen, es un ser solitario, trabaja en un supermercado, solo tiene una clienta a quien le hace masajes en sus horas libres y le saca fotos a esta prostituta.
El film es interesante por su planteo, con varios planos secuencias con diálogos agiles e inteligentes, con toques de documental detallando estadísticas sobre la discriminación, los inmigrantes, entre otros temas, varias secuencias que están filmadas con cámara en mano que le da otro toque, se encuentra dividida en episodios, pero por momentos no logra convencer del todo.