Leonardo Bechini posee una gran trayectoria generando algunos de los programas más emblemáticos de la televisión argentina, dotándolos de un gran dinamismo respetando la estructura narrativa más clásica.
De puestas limpias, planos cercanos (como siempre la TV preponderando eso) y una lograda solidez visual, esos envíos le han dado una formación incalculable, la que ahora se puede ver en la pantalla grande con su película “Operación México: Un pacto de Amor” (Argentina, 2016), adaptación del libro de Rafael Bielsa “Tucho: La Operación México o la irrevocable pasión”.
En el filme, protagonizado por Luciano Cáceres, Ximena Fassi y Ludovico Di Santo, los hechos que rodearon el secuestro de Edgar Tulio Valenzuela y su mujer María Negro, y su traslado a una quinta de Rosario para convencerlo de llevar adelante un plan para traer de México a los líderes exiliados allá.
Bechini comienza el filme con una imagen familiar, en la que Negro y Valenzuela comparten una cena en la que son advertidos de la posibilidad de su próximo secuestro, luego asistimos a una visita a una juguetería en la que un temerario es el objeto de interés por parte del hijo pequeño de ambos, casi una advertencia sobre el carácter aguerrido de ambos, quienes deberán sortear obstáculos para poder reencontrarse.
La puesta una vez más correcta, y el clasicismo narrativo, suman al filme una impronta prolija y única que no hacen otra cosa que reforzar los hechos que se cuentan sin ningún tipo de panfleto, al contrario, asumiendo una posición pero no enfatizándola, sino tratando de mostrarse lo más directo posible para avanzar en la posibilidad del plan.
Pero tanto Valenzuela como su mujer tienen otros planes, y mientras aceptan en apariencia la idea para la cual fueron apartados de los suyos, otra gesta épica, comienza a ser parte de sus días dentro de esa reclusión armada.
Así, el guión va formando una estructura en la que la tensión generada a partir de la separación de la pareja, el embarazo de Negro, y la situación por la que están atravesando supera, en parte, a los hechos históricos que se cuentan.
Detrás de Tulio está Cáceres, un actor que viene interpretando sus papeles con convicción pero que tal vez aún le falta encontrar el punto necesario para correrse del lugar común en el que muchas veces caen sus actuaciones. Tras Negro está Fassi, quien una vez más demuestra la calidad de su trabajo, desgarrándose en cuerpo y alma para esta jugada interpretación.
El resto del elenco secundario acompaña, y en el reconocimiento de muchas caras visibles e históricas de la escena argentina, además de la lograda reconstrucción de época, “Operación México: Un pacto de Amor” va configurando su verosímil, tan necesario para poder seguir asistiendo a esta historia de amor, convicción y pasión política.