El arte de la guerra (y la guerra por el arte)
Operación Monumento, la nueva película como actor, guionista, productor y director de George Clooney, está ambientada durante la Segunda Guerra Mundial y muy libremente inspirada en un caso real: el de un batallón del ejército aliado conocido como MFAA (Monuments, Fine Arts and Archives) que se dedicó a rescatar obras de arte (estamos hablando de obras de Miguel Ángel, Da Vinci, Rembrandt, Van Eyck, Vermeer, Renoir o Cezanne) que habían sido robadas por los nazis.
Se trata de una historia fascinante que Clooney -en su quinto largometraje como realizador- maneja con su habitual apuesta por el clasicismo narrativo con un tono medio, un humor bastante asordinado, algunos subrayados y cierto sentimentalismo (la muerte de un integrante del escuadrón genera el debate interno respecto de si vale la pena o no sacrificar vidas humanas para recuperar un cuadro o una escultura).
El film arranca con la gestación de la Operación Monumento del título liderada por el historiador del arte Frank Stokes (el propio Clooney), quien luego irá recorriendo distintos lugares para sumar a viejos amigos y colegas académicos (Matt Damon, John Goodman, Jean Dujardin, Bill Murray, Bob Balaban y Hugh Bonneville) hasta completar un equipo de veteranos expertos que parecen una versión geriátrica del pelotón de Bastardos sin gloria.
Más cerca de la parodia de M.A.S.H. (sobre todo con las desventuras de los personajes de Balaban y Murray) o del clásico El tren (1964), de John Frankenheimer, que del virtuosismo y del sadismo de Quentin Tarantino, Operación Monumento es algo así como una cruza (con menos logros) de La gran estafa con Argo. La película en líneas generales funciona, pero tiene varias subtramas desaprovechadas e intrascendentes, como por ejemplo el atisbo de romance en la París ocupada entre el James Granger de Damon (personaje inspirado en James J. Rorimer, que luego sería director del Metropolitan Museum of Art de Nueva York) y la Claire Simone de Cate Blanchett (nada menos), que está basada en una de las líderes de la Resistencia como Rose Valland.
Se trata, en definitiva, de un film simpático, entrañable, con un impresionante despliegue visual (otro gran trabajo en pantalla ancha de ese notable director de fotografía que es Phedon Papamichael) y bastante entretenido, aunque también algo superficial y menor dentro de la filmografía del creador de Confesiones de una mente peligrosa, Buenas noches y buena suerte, Secretos de Estado y Jugando sucio.