Al rescate de Clooney le faltó algo de garra
El asunto del robo de arte por los nazis y sus intentos de recuperación generó una película imperdible de hace 50 años, "El tren", de John Frankenheimer (ver nota aparte). Medio siglo después, George Clooney, actor y director, vuelve al a enfocar el tema de un modo más convencional. Ya desde el prólogo la música de Alexander Desplat trata de calcar las melodías de las típicas superproducciones bélicas de antaño, mientras la propuesta de salvar los tesoros artísticos de la civilización occidental implica formar un comando al mejor estilo de "Dirty Dozen". Este caso, más moderado en todo sentido, sería algo más parecido a "The Arty Half Dozen", lo que conduce que John Goodman, Bill Murray, Matt Damon y Bob Balaban hagan pequeños gags al convertirse en ridículos reclutas. No es que la película sea mala. Es una película buena a la que le faltó garra para estar a la altura de los extraordinarios hechos a narrar, y que al estar relatados razonablemente bien logran que el resultado no deje de ser recomendable.
En este sentido ayuda mucho la parte más visible del elenco, especialmente los comediantes del comando, John Goodman y Bill Murray, y más que ninguno entre los nerds convertidos en soldados, Cate Blanchet, encargada de personificar a Rose Vallandla, autora del libro en el que se basó "El tren", "Le front de l'art: défense des collections françaises,1939-1945".
Aunque si se lo piensa bien quizá el que mejor logra el objetivo de ser verosímil en su transformación de nerd cultural a héroe de un comando especial antinazi ee el actor de culto Bob Balaban, que pasa de supervisar el ensayo de un ballet neoyorquino a la tranquilidad de burlarse y presionar a un nazi en su propio ambiente. Hay que esperar la segunda mitad de la película para que el conjunto empiece a lograr cohesión, y sobre todo intensidad.
Finalmente, se trata de una película de guerra, y la acción dramática propia de un film de este género demora mucho en empezar, algo que incluso el mismo guión menciona especialmente: como por el solo hecho de estar en una misión de salvataje de obras de arte ni los personajes ni el público pudieran percibir que todo sucede en medio de la Segunda Guerra Mundial.
Del mismo modo, Clooney se ocupó tanto de tener actores simpáticos y populares para su equipo, que olvidó unos villanos de peso. Al menos, contrató un equipo técnico eficaz, que logra que en momentos culminantes un primer plano de alguno de los héroes pueda recibir una dosis de la estética propia de la obra de arte que se esfuerza por rescatar.