Tras presentarse en la reciente edición del festival de cine de Berlin, fuera de competencia y casi como un adorno, llega este film del actor G. Clooney quien también dirige.
Basada en una historia real, que data cómo a finales de la Segunda Guerra Mundial el gobierno de Estados Unidos promovió la creación del Programa de Archivos, Bellas Artes y Monumentos, conocidos como Monuments Men, encargados de rescatar, catalogar y preservar las obras de arte robadas por los nazis en los diversos países ocupados, Cloney adapta los acontecimientos de este comando de historiadores y expertos en un relato que se aleja un poco del genero bélico priorizando mas la aventura y ciertas dosis de humor.
A pesar del grupo de maduros irresistibles que integran su reparto, como el propio Clooney, Matt Damon, Bill Murray, John Goodman, Jean Dujardin y Cate Blanchett, la película trata con ligereza los elementos dramáticos del relato y se distancia de las acciones bélicas para narrarnos ligeramente como fue la aventura de este comando tan particular, algo que deriva en la poca implicación emocional que se siente como espectador con cada una de las muertes.
La premura con la que se nos presenta a sus personajes principales, solo sugiriendo el carácter de cada uno de ellos, y separándolos luego por distintos lugares de Europa, dispersa la narración y no deja muy claro hacia donde va el relato. Hay escenas que podrían desaparecer sin afectar la comprensión de la historia y salvo la escena entre Matt Damon y Cate Blanchett en la secuencia de la cena íntima, el resto no consigue conformar cllimas interesantes.
No hay intriga, peligro ni acción considerable, ni siquiera los apartados técnicos destacan de manera especial.
Operación Monumento propone un enfoque nuevo a un género y una guerra que ha conocido de todo, con un elenco de grandes actores pero con poca química y con personajes a los que les falta desarrollo pero que la vuelven ligeramente entretenida.
A pesar de reflexionar sobre la relación entre cultura y política, evita entrar en las entrañas mismas del horror. Recordemos que la dimensión del hallazgo delata también el calibre del exterminio, puesto que la mayor parte de esas obras ya no pueden ser devueltas a sus dueños legítimos, que han sido asesinados.