El Botín de los Valientes
George Clooney es un director de otra época. Una época en la que el cine se hacía en material en fílmico, donde los temas “importantes” estaban camuflados bajo géneros como el thriller o la comedia, donde los realizadores, eran autores, imponían una ideología, no dejaban de ser artesanos de la acción y aún así ponían el entretenimiento en primer lugar.
Si Confesiones de una Mente Peligrosa tenía influencia del cine de Ronald Neame, Buenas Noches, Buena Suerte de Stanley Kramer y para Secretos de Estado se nutría del cine político setentoso de Alan J. Pakula o Sidney Lumet, en su quinta obra, Operación Monumento elige a aquellos realizadores que escondían un mensaje antibélico con obras inmortales de acción con mucho humor. John Sturges con El Gran Escape, Robert Aldrich y Los Doce del Patíbulo, o principalmente Brian G. Hutton y el díptico protagonizado por Clint Eastwood: El Botín de los Valientes, y Donde las Águilas se atreven. Todos clásicos de los sábados a la tarde.
En este caso, el grupo de los Hombres Monumento, tienen la misión de encontrar, recuperar y devolver todas las obras de arte – pinturas y esculturas principalmente – robadas por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, y mientras esta misma se encuentra en su ocaso.
Muy lejos de la estética cool y pop de Tarantino con sus Bastardos sin Gloria – que en realidad tiene menos de film bélico que de noir o western – Clooney evita muchos lugares comunes. Por ejemplo, decide no tomarse demasiado tiempo para mostrar el reclutamiento y entrenamiento de su grupo – liderado por él misma en una interpretación no muy diferente a la de Danny Ocean o el astronauta de Gravedad – así como sus protagonistas evitan internarse en tiroteos o escenas bélicas. La guerra estaba terminando y ni siquiera eran soldados, sino curadores de museos, arquitectos o directores teatrales.
Stokes (Clooney) divide el grupo – más idealista que patriota – y de esta manera el film va abarcando varias subtramas que inducen a distintas relaciones. De esta manera quedan divididos el propio Stokes con un protector de arte británico que intenta recuperarse del alcoholismo – Hugh Bonneville – o un teatrista y un arquitecto que conforman una buddy movie independiente al conflicto central. La misma “extraña” pareja está conformada por Bob Balaban y Bill Murray – fetiches de Wes Anderson – quienes aportan sus dotes cómicos para darle más corazón que odio al film. Una pareja más desaprovechada es la de John Goodman y Jean Dujardin, quiénes cumplen con sus roles a pesar que su química está más forzada.
Saliendo del perfíl bélico y entrando en el terreno de cine de espionaje bélico, encontramos a un restaurador de muros, intentando buscar el sitio donde los nazis guardaron la mayor parte de obras de arte a través de una ex agente de la Resistencia que trabajaba para un coronel nazi. Matt Damon y Cate Blanchett respectivamente, consiguen aportar un poco de romanticismo a un film que venía siendo bastante frío.
Si bien el guión no depara demasiadas sorpresas, el tono más cercano a la comedia que al drama bélico solemne-reflexivo, estilo Rescatando al Soldado Ryan o La Delgada Línea Roja, convierten a Operación Monumento en un film ligero, liviano, divertido y entretenido. De hecho, la visión de la Segunda Guerra de Clooney se acerca más a la del Spielberg de Indiana Jones que a la de la película ganadora del Oscar protagonizada por Tom Hanks.
Mucho esperaban que por los laureles cosechados con obras anteriores, Clooney realizara un film más ambicioso, pero Operación Monumento es lo que pretende ser. Un homenaje a los films de principios de los 60 que mezclaban humor y acción, donde se priorizaba tener personajes carismáticos, extraños, divertidos, con buena química entre ellos que un guión demasiado riguroso. Acá es más importante la camaradería que los conflictos internos, el patriotismo está visto, incluso, con una sonrisa y hasta los soviéticos son tomados con liviandad.
Acaso el mayor lujo y, sin duda, el más importante legado que deja Operación Monumento es su espectacular banda sonora, que merece una mención aparte porque consigue levantar el tono de varias escenas que podrían ser intrascendentes. Alexandre Desplat – quién además tiene una actuación menor en el film – se inspira en las bandas sonoras de films bélicos de Elmer Bernstein, Lalo Schiffrin o específicamente Maurice Jarré y el leit motiv de El Día más Largo del Siglo, otra referencia al film, que tiene bastante similitud con el tema principal – en tono bastante “alegre” – al de Operación Monumento.
Orientada a un público interesado en episodios no tan conocidos de la Segunda Guerra y al cinéfilo de la edad dorada de Hollywood, Operación Monumento es una fluida y simpática pieza del museo del cine, que nuevamente demuestra la destreza y sobriedad de George Clooney a la hora de dirigir y llevar adelante un relato clásico.