Los zombis nazis constituyen un subgénero aparte dentro del cine de terror y desde hace más de 70 años aparecen con frecuencia en la pantalla grande.
Curiosamente el primer antecedente, Revenge of the zombies, surgió en 1943 mientras se desarrollaba la Segunda Guerra Mundial.
John Carradine interpretaba en esa producción a un científico loco alemán que se proponía crear una raza de muertos vivos para el Tercer Reich.
Ya en la era post George Romero, los zombis nazis empezaron a tener más popularidad en filmes como Shock Waves (1977), Zombie Lake (1981), la española La tumba de los muertos vivientes (1981) y más recientemente los encontramos en las franquicias Outpost y Dead Snow.
Luego de ver esas películas estoy convencido que Operación Overlord es la mejor de todas y sobresale por la originalidad con la que se trabajó este concepto.
Si bien el director Julius Avery trabaja algunos elementos en el argumento que ya se vieron en los títulos mencionados, su obra también tiene identidad propia.
Uno de los motivos por lo que esta producción opaca a los antecedentes previos de zombis nazis reside en el modo en que se combinó el cine de horror puro con el drama bélico.
Avery llevó el concepto a otro nivel y ofrece una propuesta fascinante.
La primera media hora trae a recuerdo lo que fue la experiencia de descubrir Del crepúsculo al amanecer, de Robert Rodríguez, donde en un comienzo te olvidabas por completo que se trataba de una historia de vampiros.
En Overlord sucede algo similar en el primer acto, que prácticamente parece un capítulo perdido de Band of Brothers.
El drama bélico está muy bien elaborado con personajes atractivos que enseguida despiertan interés por la misión que emprenden.
Avery logra que te olvides del cine de horror y luego sorprende con el giro fantástico.
Sin embargo su relato nunca se aleja completamente del drama de guerra, más allá del desquicio gore que cobra fuerza en el último acto.
La película apuesta en general a los efectos especiales prácticos y toda la dirección de las secuencia de acción son impecables.
El director le hace justicia a los zombis nazis y termina por opacar a los antecedentes previos por el dominio que presenta su labor en el terreno del suspenso.
Aunque no hay caras conocidas en el reparto el equipo que conforman los protagonistas tienen muy buena química entre sí y esto genera un mayor interés por las situaciones que atraviesan sus personajes.
Después de Overlord los fans de Flash Gordon tenemos motivos suficientes para entusiasmarnos por el próximo regreso de este ícono del cómic en el cine a cargo de Julius Avery.
Al menos desde la apuesta visual y la acción no debería defraudar.
Me gustó mucho este film y lo recomiendo. Junto con Hereditary y la última Halloween califica entre lo más destacable que brindó el género de terror este año.