De soldados, experimentos nazis y súper hombres.
Varios géneros se combinan en esta gran producción apadrinada por JJ Abrams, que a pesar de su despliegue respira todo el tiempo Clase B. Es bélica, también un thriller, un slasher, y tiene sus momentos dramáticos. Y no es para subestimar el hecho de que todos funcionen de manera armónica al mismo tiempo.
Vamos a la trama: II Guerra Mundial. Antes del Día D, un grupo de soldados estadounidenses aterriza en las líneas enemigas para realizar una misión de importancia vital, en medio de una aldea francesa tomada por los nazis. Allí, parte del pelotón, que se reduce a cinco uniformados porque los demás murieron, se topan con una mujer y su pequeño hermano, que les otorga refugio para que estos concreten el ataque.
Lo que nunca imaginarán es que la torre que tienen que eliminar, es una especie de clínica en donde realizan experimentos nazis con seres humanos. Operación Overlord comienza bélica y a pura estrategia, hasta el momento que ingresan a la aldea. La cosa cambia cuando el protagonista entra camuflado al vil edificio, y allí descubre los peores horrores: personas desfiguradas que caminan como zombies, cabezas parlantes y hombres monstruosos con fuerza animal. Re-animetors.
Definitivamente la tropa se encuentra con un infierno más grande, dentro del mismo infierno. ¿Se entiende? Sería encontrarse con algo peor que la guerra. La cinta se construye en base a shocks de adrenalina controlados, hasta que en el último tramo explota en tour de forcé fantástico y sangriento. Se la puede acusar de quedar a medio andar, ya que no ahonda ni el conflicto bélico, ni ese esoterismo nazi de experimentos a lo Mengele. Pero es indudable la cohesión genérica que logra.
En cuanto a la construcción de personajes es bueno destacar la resiliencia de nuestro protagonista antihéroe, un hombre totalmente antibélico que logra sobrevivir a lo peor; y a la mujer francesa, que defendiendo a los suyos de golpe y porrazo se convierte en una killing machine. El relato, vale recordar que está inspirado en el cómic homónimo de los 50s, es dinámico y no va a decepcionar a los que busquen que la sangre le salpique el rostro, una pizca de delirio y grandes dosis de tensión.