Lo que los nazis hicieron en términos de "investigación médica", fue nefasto. Lo sabemos. De hecho, hay un prolijo racconto de sus crímenes en el llamado "juicio de los médicos" ( USA versus Karl Brandt, primero de los 12 juicios en Núremberg), donde se demostró fehacientemente que los alemanes, conducían experimentos sin el consentimiento de quienes participaban de los mismos.
Apoyados en ese hecho, y dando rienda libre a la imaginación, Billy Ray y Mark Smith (dos guionistas de carrera, con mucha experiencia detrás), guionaron una historia, que tiene influencias de "Inglorious bastards" (2009), "Shock waves" (1977) y "Outpost" (2008) y que ofrece un relato bastante lineal de una misión cuasi suicida, para contribuir al desembarco aliado en la Francia ocupada de 1944.
El protagonista principal es Boyce (Jovan Adepo), quien en poco tiempo (unos escasos tres meses) pasó de cortar el pasto en su casa, a ser soldado en el frente de batalla. El será el eje del relato de un pequeño pelotón, cuya misión es destruir una torre en un pueblito costero galo, para que el desembarco norteamericano sea efectivo.
La historia arranca en el avión mismo donde el grupo se prepara para saltar a territorio enemigo. Ahí Julius Avery (el director), muestra porqué fue elegido para la tarea. Ofrece una secuencia increíble de todo lo que sucede en la nave, hasta que los soldados logran saltar y llegar a un bosque en las cercanías del pueblo.
Ya eso nos predispone muy bien. Pero una vez que Boyce, junto a el cabo Ford (Wyatt Russell), alinean sus energías, liderarán a los sobrevivientes del batallón, a avanzar con una misión difícil, que es adentrarse en las líneas enemigas y dinamitar la torre en cuestión. El problema, sin embargo, no será sólo ese.
En las instalaciones alemanas, hay un laboratorio que al parecer, se dedica a peligrosos experimentos con los pobladores locales.
Hay muchos soldados y una sensación de peligro inminente. Para sumar al escenario, el pelotón dará con Chole (Mathilde Ollivier), una jóven mujer del pueblo, que los ayudará en la tarea de resguardarse de las razzias nazis que se producen sin pausa. Ya aquí comenzará a ponerse en juego que algo muy complejo sucede detrás de los fortificados muros que protegen la torre...
"Operación Overlord" muestra su mejor faceta en la primera media hora de proyección, donde el ritmo es frenético y logra cierta inmersión en el espectador. A medida que se avanza en el relato, las referencias a films anteriores son constantes y algunos empecinamientos (la cuestión moral acérrima de Boyce, por ejemplo) conspiran contra una construcción más intensa y novedosa.
La construcción del villano es previsible (el danés Pilou Asbæk) y los secundarios aportan poco y nada. Russell se esfuerza por mostrarse comprometido, pero sus líneas no lo ayudan demasiado. Del resto, poco para destacar.
Cuando el film vira hacia confrontaciones al estilo "Resident Evil" (con incluso una conexión lejana a "Re-Animator"), ya comenzamos a dudar de su propuesta. Lo más sólido de "Operación Overlord", sin embargo, viene como se imaginarán por el diseño de arte y los rubros técnicos (fotografía y sonido a la cabeza). Son los responsables de mantener la tensión de la película y lo hacen en forma marcada pero convincente.
El inicio y el cierre de la cinta son los momentos más entretenidos de la producción, pero sólo contribuyen a posicionar al producto y ofrecer dosis de sangre y cuerpos deformados a raudales.
Sinceramente, esperaba un poco más de este trabajo. Creo que JJ Abrams, en su rol de productor, podría haber buceado en un guión distinto, con recorrido menos transitado y dotando a su cast de otro perfil. Si les gustan los films de terror y acción simples y directos, probablemente puede que salgan de la sala satisfecho.