MISIÓN CUMPLIDA
Inicialmente se planteó la posibilidad de que estuviéramos una entrega más del Universo Cloverfield, que Bad Robot, la compañía de J.J. Abrams, ha tenido en expansión en los últimos años, con primero con Avenida Cloverfield 10 y luego con The Cloverfield Paradox, ambos films un tanto irregulares y con conexiones cuando menos arbitrarias con ese supuesto mundo al que pertenecen. Por suerte, Operación Overlord no busca nada de eso, como si Abrams se hubiera dado cuenta que lo importante no era la potencial ligazón con una franquicia, sino volver a contar un relato puro en sus intenciones de entretenimiento y de afiliación genérica.
Casi durante toda su primera mitad, Operación Overlord es un film bélico puro y duro, delineando rápidamente a los protagonistas, integrantes de un escuadrón de paracaidistas que, durante el emblemático Día D, tienen como misión destruir una torre de defensa que los nazis poseen en suelo francés. En esos minutos iniciales, el modelo de referencia es claramente Rescatando al Soldado Ryan y su prima televisiva, Band of brothers, aunque también flota el espíritu de un videojuego bélico como Call of duty. A la vez, en su trabajo con esquematismos y estereotipos en función de remarcar lazos grupales y el profesionalismo, pero también en su ensamblaje narrativo y estético, se tiende un puente con el cine bélico de los 40 y 50.
Ya en esa primera hora, Operación Overlord da indicios de lo que se viene, porque el film irá incorporando otras tonalidades cuando los soldados van descubriendo pistas y testimonios que indican que la instalación que deben atacar es un lugar donde los nazis realizan experimentos que coquetean con lo sobrenatural. Sin prisa pero sin pausa, la película de Julius Avery va adentrándose en lo horroroso pero sin abandonar el gusto por la diversión. Hay una autoconsciencia un tanto salvaje y hasta políticamente incorrecta en el relato y su puesta en escena, que habilitan el diseño de secuencias que rememoran los terribles experimentos de Josef Mengele pero también donde todo pasa por los tiros, patadas, puñetazos y huidas de entidades monstruosas.
Los sustos y la tensión son un componente importante de la historia de Operación Overlord, que van en paralelo o cruzándose con las instancias humorísticas –la relación entre un niño y los soldados tiene momentos muy simpáticos-, las insinuaciones románticas, la acción pura y el gore más disparatado. Avery y Abrams –apoyándose en el guión de Billy Ray y Mark L. Smith- apuestan más que nada a la diversión, construyendo una película que parece un típico exponente de la clase B pero con más presupuesto. El resultado es un film de bienvenida liviandad y objetivos de entretenimiento que se cumplen al pie de la letra.